Unicaja - La Laguna Tenerife: Piel de cocodrilo (84-81)

El Unicaja realiza un tremendo ejercicio de supervivencia para ganar un partido encallado ante un La Laguna Tenerife (84-81) que fue superior durante muchos minutos

Las fotos del partido

El Unicaja-La Laguna Tenerife, en fotos
El Unicaja-La Laguna Tenerife, en fotos / Carlos Guerrero

El Unicaja va adquiriendo piel de cocodrilo, durísima y resistente. Un ejercicio de supervivencia tremendo le permitió salir vivo ante el La Laguna Tenerife (84-81) después de ser inferior muchos minutos. No es sólo un equipo que practica un baloncesto vistoso, es también un bloque granítico que resiste una lección de baloncesto dictada por el rival durante el grueso del partido. Perdía por 14 puntos mediado el tercer cuarto el Unicaja y parecía que el contrario le había absorbido la energía. Pero negó la derrota el cuadro de Ibon, en uno de esos partidos que tiempo atrás se empantanaba. Ahora hay recursos también para ganar con otro baloncesto.

Es difícil confrontar al La Laguna Tenerife por más que su estilo se haya escrutado y exista una continuidad en el staff, aunque Vidorreta no estuviera presente físicamente este sábado en el Carpena por la convalecencia de una operación, y en la plantilla. Jugar de memoria otorga centésimas y centímetros de ventaja en la ejecución. El primer cuarto fue una cátedra de baloncesto del cuadro canario, encontrando tiros liberados constantes en las esquinas. Obliga al rival a elegir el veneno. Los postes son buenos pasadores y finalizadores, los exteriores tienen incrustado el concepto del pase extra y el rival duda a la hora de tomar decisiones defensivas. 

El Unicaja salió vivo de la tormenta. 17-24 era el marcador, bueno para lo que se había visto. Esa piel de caimán, dura y resistente a los cristales, caracteriza a los equipos grandes, la capacidad de sufrimiento para en minutos de inferioridad minimizar daños. Había minutos para Alberto Díaz, mejorado tras su paso por la selección, que esta vez le ha hecho un buen rodaje que necesitaba. Pero cambió el partido con Tyson Carter al mando de las operaciones. El de Misisipi fue vertical, también en estático, y encontró rendijas en la defensa lagunera, normalmente conservadora y proteccionista con el aro. Coincidió en el tiempo con una reducción en la puntería visitante. Seguía ejecutando bien los ataques y encontrando a jugadores liberados, pero no acertar contra este Unicaja implica un impuesto gravoso, lo que no se mete y lo que el equipo malagueño produce, siempre que controle el rebote, como sucedía, acelerando el ritmo del juego y encontrando situaciones más favorables, por más que el equipo haya crecido mucho en estático. El atasco lagunero duró casi seis minutos, lo rompía un triple del inefable Doornekamp, con querencia por estos aros. Al Unicaja le había dado tiempo a voltear el marcador, sin un juego demasiado fluido. Sin anotar apenas triples (1/10 al descanso, obra de Alberto). Ibon había descartado a Kravish y Tyson Pérez y Balcerowski y un Sima clave en esos minutos de remontada con su defensa se cargaban de faltas.

El panorama parecía distinto (36-34 al descanso), pero lo mismo que ocurrió al inicio aconteció en el comienzo del otro cuarto impar. Perry, imperial esta temporada, no le cogía el hilo al partido. Y el Tenerife castigaba de manera tremenda con Fran Guerra ejecutando cerca del aro, en las continuaciones o posteando. El gigante canario sigue progresando pasada la treintena. Y el Unicaja volvía a penar en cada ataque, sin fluidez ninguna y sólo anotando con impulsos individuales, con tiros en los finales de posesión, metido en la maraña canaria. No son compartimentos estancos ataque y defensa y sufría en los dos un Unicaja desarbolado como pocas veces en este periodo de gloria. Lo de Guerra era una sangría que amenazaba con liquidar el partido, rubricaba un parcial de 2-19 para propulsar a su equipo (41-55) a una diferencia muy peligrosa mediado el tercer cuarto.

El Unicaja intentaba cambiar el ritmo, alineaba a Alberto Díaz y Tyson Carter juntos Ibon para intentar cambiar el viento. Y había algún brote verde sin la continuidad necesaria para revertir toda la situación. Al final del tercer cuarto (52-59) había menos distancia, pero la sensación en el juego es que la vara de mando, salvo en momentos muy puntuales, correspondía al Tenerife.

No quedaba ya madera por quemar. Elevó al máximo la intensidad el Unicaja en el cuarto final, propiciando pérdidas de un rival que cuida muy bien el balón, aunque su balance defensivo y un punto de lucidez inferior a la habitual malagueña para correr (y para meter los tiros libres) implicaba que el botín no era tan bueno como suele. Clave Ejim como cuatro, hizo virtud Ibon de las faltas de los cincos. El canadiense y Djedovic se pusieron las pinturas de guerra para que el Tenerife sintiera que el partido necesitaba algo más.

El partido se había encanallado entonces. La agresividad mayor cajista se juntaba con la capacidad canaria para sacar faltas. Los árbitros habían perdido el control y el Carpena estaba incandescente. Técnicas para Ibon y Osetkowski. Y ambiente casi de play off en el Palacio, mucha intensidad. Empataba Osetkowski con un dos más uno (67-67). Triple de Doornekamp, triple del californiano, en uno de esos días. Otro triple más suyo (73-70) y dos opciones para subir la ventaja tras dos grandes defensas que no se aprovecharon. Un tiro de Taylor desde seis metros daba ventaja a los malagueños (75-71) de más de una posesión. Otro tiro del de Maryland tremendo desde la media distancia, una nueva defensa brutal cajista y un dos más uno de Ejim tras un arriesgado pase de Alberto metían hueco (80-73), pero el Tenerife apretó hasta el último segundo tras una canasta de Fitipaldo, una discutida falta en ataque de Taylor y un triple desde nueve metros de Abromaitis (82-81) a falta de 2.5 segundos. Kalinoski metió dos tiros libres y sentenció un partido brutal que deja al Unicaja en el liderato. Con muchos recursos, con el frac y con el mono. Para ganar.

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