El Unicaja, el Panathinaikos de la BCL
Arranca la competición mañana con el reto de repetir el título de Belgrado del pasado mayo y como favorito claro después de su trayectoria en los últimos dos años
Una inversión a medio y largo plazo
Cinco meses después de aquellos días mágicos de abril en Belgrado, el Unicaja comienza la defensa del título de la Basketball Champions League. Son días en los que se ha debatido y las caras visibles de la entidad han sido cuestionados y han hablado sobre la Euroliga, sobre si el nivel del equipo permitiría competir con los mejores equipos de Europa. Pero la hoja de ruta continúa. “No estamos preparados para la Euroliga”, concluía López Nieto. Quizá sí deportivamente pero no estructuralmente por las exigencias económicas que implica ese salto. La idea es permanecer en la esfera FIBA a expensas de una unión entre BCL y Eurocup que mejora la segunda división del baloncesto europeo y que haga más claro y puro el trasvase con una pirámide por méritos deportivos y no económicos.
La primera fase de la competición no es muy estimulante, la diferencia de nivel teórico con Oostende (Bélgica), Aliaga Petkim Spor (Turquía) y King Szczecin (Polonia) es elevada y esa falta de motivación para un equipo que se ha acostumbrado a pelear por cotas altas puede ser el principal enemigo del equipo de Ibon Navarro. La cara B es que el Unicaja sólo tendrá seis partidos entre semana hasta final de 2024 y, si queda primero de grupo, en el mes de enero, y que el técnico cajista tendrá tiempo y sesiones de trabajo de calidad para ir modelando la nueva versión del equipo malagueño cuando no exista competición para focalizarse más en la Liga Endesa.
La BCL es una competición de dominio claramente español en su corta historia. Empezó siendo el Tenerife el único en jugarla pero más equipos han seguido la senda. Fue un espejo para el Unicaja, de hecho, en esos tiempos de oscuridad. En las últimas temporadas la única fuga reseñable a la esfera Euroliga fue la del Hapoel Jerusalem y el último gran movimiento a la inversa fue el del club malagueño, con el regreso esta temporada de un equipo serbio, el FMP SoccerBet. El equipo malagueño fue creciendo progresivamente. Cuartos de final, semifinales y final con título. Conseguir una dinastía en esta competición es quizá el reto más motivante conforme avance el calendario.
El formato permanece inalterable, es una fórmula que asegura competitividad en las dos primeras fases de grupo. Ha habido algunas sorpresas en la fase previa, pero las jerarquías parecen similares a la de temporadas pasadas con esa salida de Hapoel. Los conjuntos turcos, abundantes, suelen aparecer en los pronósticos previos por la aparente calidad de sus plantillas pero suelen seguir un patrón similar de progresiva descomposición, problemas económicos... Algo similar con el AEK, aunque los griegos sí consiguieron ganar la competición. Más seriedad suelen tener los equipos alemanes, con un Chemnitz que el año pasado ganó la FIBAEurope Cup y que asombró con su juego también en la Bundesliga. Equipos franceses e italianos suelen aportar clase media con fundamento. Pero, con números en la mano, vuelve a ser el baloncesto español el que más nivel aporta y son los principales favoritos. Por encima de todos, los resultados le avalan, está el Unicaja. Nunca es sencillo manejarse con la obligación de ganar, pero al equipo malagueño debería exigírsele estar en la Final Four (veamos cuál es la decisión este año de la FIBA con la sede) y, una vez ahí, competir e intentar abordar el título. Pero antes hay un camino para intentar también ganar ese millón de euros para el campeón que también ayuda a mantener esta plantilla ganadora que debe conservar su hambre.
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