Una pintura sin color

El juego interior del Unicaja vuelve a hacer aguas y condena al equipo en la tercera derrota en cuatro jornadas de ACB

Casimiro debe reaccionar

Rubén Guerrero, en una acción defensiva durante el partido contra el Manresa.
Rubén Guerrero, en una acción defensiva durante el partido contra el Manresa. / Marilú Báez
Adriano Espinal

05 de octubre 2020 - 07:20

El papel lo aguanta todo. El arranque de la temporada tiene un déficit de rebotes y juego interior para el Unicaja que empieza a resultar extraño. Mientras Luis Casimiro evita señalar directamente a los pívots por la carencia de capturas y explica que rebotear también es cosa del resto de jugadores, lo cierto es que el equipo no encuentra nada a lo que agarrarse por dentro. Frente al ManresaManresa volvió a sufrir en dicha zona de la cancha sin que nadie le exigiera demasiado. Sin concentración, ímpetu ni fiabilidad, la pintura del Unicaja volvió a lucir sin color.

Diez minutos de juego para Thompson, 12 para Gerun y un cuarto de hora para Guerrero. Son los tres pívots que se vieron chafados por el hambre del equipo de Pedro Martínez y superados por las ganas de agradar y comerse el mundo de un chaval de 16 años, Nzosa. El congoleño aportó destellos defensivos de calidad y una actitud envidiable. En dos partidos no falla con los aspectos innegociables en el deporte profesional: intensidad, concentración y capacidad de trabajo. Ahora, mientras se complica la participación en la Copa del Rey con otro arranque de competición demasiado tímido, el papel que confirmó la planificación del juego interior cajista para esta temporada empieza a estar raído por los puntos que se creían más interesantes.

Mientras Thompson vaga en un desierto de confianza sin cuajar como center, el resto de efectivos también vive un momento complicado de forma, acentuado por la ausencia de Carlos Suárez, ala-pívot pero capaz de contagiarle a cualquiera la capacidad de defender cuando está en forma. Y aún le queda para eso. Yerma, la posición de pívot espera la reacción, el paso adelante, por parte de Gerun o Rubén Guerrero. Sin embargo demasiada presión sobre ellos puede ser contraproducente, ni estaban llamados a ser referentes en este punto de sus carreras ni se sabe si la madera que les compones está preparada para una talla tan delicada en el arranque del curso. Ya no están adaptándose.

Gerun (0 puntos, un rebote el sábado) tiene su catálogo de movimientos, es pequeño pero lo ejecuta cuando puede y sufre mucho en defensa. Guerrero debe de crecer (cinco puntos, tres rebotes y un tapón contra Manresa) pero no encuentra un espejo en el que verse mejor ni absorbe todas las necesidades interiores de los suyos.

Por suerte, el desembarco estelar de Nzosa –más valoración que los tres cincos juntos– y la paulatina adaptación de Abromaitis dieron algo de aire al juego interior, pero es insuficiente. Casimiro está en otro momento muy delicado y sólo es el comienzo del curso. El trabajo de readaptación y planificación de la pretemporada se ha tornado en impotencia en el arranque. En su mano está virar el timón o simplemente agarrarlo con fuerza. El agua ha entrado al casco de la embarcación y pronto no podrá achicarla. Es como si nadie previera una tormenta.

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