El otro Nzosa: estudiante brillante, aficionado al ajedrez y una rutina de 1.000 tiros al día
Antonio Herrera y María del Mar Lucio-Villegas, sus dos tutores en Málaga, descubren al joven congoleño más allá de la pista
Yannick Nzosa Manzila (Kinshasa, República Democrática del Congo; 2003) es uno de los nombres propios a seguir por la propia ACB y la realidad es que no sorprende. No causa impresión, aunque quizá sí debiera, que aparezca en una lista con Tavares, Calathes, Pierria Henry o Kalinic. O que se le ponga por encima en atracción en una plantilla donde están Jaime Fernández, Bouteille o Brizuela. Sin duda, es una de las grandes irrupciones del siglo en el baloncesto español. Es la Copa del Rey un trampolín y un escaparate enorme para los jóvenes con talento, y él lo tiene por arrobas, ahora que se cumplen 20 años del estallido del fenómeno Pau Gasol. Curiosamente el de Sant Boi alucinaba días atrás con los muelles del congoleño, una fábrica de highlights con esa facilidad pasmosa para jugar al baloncesto.
En año y medio en Málaga el congoleño, de 17 años, se ha convertido en un jugador imprescindible para el Unicaja. Es el estatus del joven, que agarró con uñas y dientes una oportunidad fabulosa. "Mucho ha tardado. Es muy diferente, no ha habido nadie aquí como él", asegura María del Mar Lucio-Villegas, la tutora de los jóvenes becados y que viven en La Térmica. "Me ha sorprendido que haya sido tan rápido, pero no tenía ninguna duda. Quizá haya sido muy, muy rápido", apoya Antonio Herrera, ahora director técnico de la cantera y entrenador ayudante en el primer equipo con Joan Plaza un lustro. Son dos personas indispensables para Nzosa desde que está en el club de Los Guindos.
Su llegada comienza a trabajarse en el verano de 2019, donde él es uno más de la expedición de la selección de la República Democrática del Congo, que jugaba un amistoso con España en el Carpena. "Yannick era un objetivo que yo me autoimpuse cuando volví al club. Lo controlo desde que él llega a Italia, me lo envían en vídeos y le hago un seguimiento. Me defino claramente en un torneo de la Euroliga, en cuanto llegué a Málaga lo puse encima de la mesa", cuenta Herrera, también entrenador del junior: "Nosotros teníamos la plantilla cerrada pero en el último momento hay un chico que decide no venir y pongo el nombre de Yannick en el club y aprovechando que estaba en Málaga concentrado me fui a hablar con Lolonga [tutor en Europa y director técnico de la Federación congoleña]. Tuvimos una respuesta negativa al principio por su vinculación en Italia, pero después accedieron y le pudimos enseñar el club. Salió todo a partir de ahí con el trabajo del presidente Eduardo García, de Manolo Rubia, de Ramón García y Paco Sáez que creyeron en mi criterio y pusieron el tiempo y los recursos para una batalla legal dura".
Meses después la FIBA falló a favor del Unicaja, que obtuvo el tránsfer en pleno confinamiento, en una operación donde la figura de Manolo Rubia también fue crucial. Se resolvió pagando algo menos de 25.000 euros al Stella Azzurra y firmándole un contrato de cinco temporadas, con una cláusula de rescisión cercana al millón de euros. Da alcance de la apuesta y de la proyección que se la augura.
Sorprende esta irrupción porque Nzosa apenas pudo jugar dos torneos en toda la temporada. Uno amistoso en Linares y el Adidas Next Generation de la Euroliga en Valencia, donde se le concedió el permiso. Descolló en ambos. "El primer mérito es del propio jugador por su talento, madurez y responsabilidad. Ha hecho que llegue sobreponiéndose a un año casi en blanco en competición. A pesar de no jugar él entrenó más que nadie y fue un compañero espectacular. Venía a todos los partidos de dentro y fuera, entrenaba individual al no poder jugar. Fue así desde el primer momento", concede Herrera.
Llegó entonces en marzo la pandemia por el COVID-19, se cerró la residencia de La Térmica y la mayoría de canteranos volvieron a sus hogares. No pudo hacerlo el congoleño, que se quedó en un piso del club con dos compañeros africanos más, Pierre Sené y Souleymane Pinda Traoré (ahora en el Betanzos gallego). Un confinamiento domiciliario donde les acompañó Ulises Salgado y María Lucio-Villegas. "Nos levantábamos muy temprano y tenían que hacer mucha tarea del colegio, desde las ocho a las tres. Luego rutina deportiva, descansaban y otra vez rutina. Jugábamos también a las cartas, veíamos películas o jugaban a la maquinita [en referencia a la PlayStation], aunque él no es mucho de jugar", recuerda la tutora.
Cuando el gobierno levantó la prohibición de salir había que recuperar en la pista el tiempo perdido. Se le vio corriendo por el Paseo Marítimo y también en Los Guindos. "Entrenábamos cuatro horas. Fue un proceso en el que le doy mucho mérito a su nivel de compromiso y a su deseo de desarrollar todo su potencial. Le encanta el baloncesto, le apasiona entrenar y eso se nota, crece muy rápido", afirma el entrenador sevillano, que ahonda: "Con todo lo que ha pasado con él hay un gran mérito en Casimiro y Katsikaris porque han sido momentos difíciles y han creído y creen en Yannick cuando lo sencillo era dejarlo al margen. Recuerdo que quedé con Casimiro para hablar de Yannick para esta temporada y él quería no encasillarle en un puesto en concreto. Durante todo el año habíamos trabajado mucho sus tiros cortos y sus movimientos cerca de canasta, bloqueos y pautas defensivas como cinco. Decidimos en esa postemporada darle recursos como cuatro o cuatro y medio. Si iba al cinco ya tenía ese trabajo ganado. Nos centramos mucho en el juego de cara, recursos de 1x1 de cara a cinco y seis metros, distintas finalizaciones con bote y mucho trabajo de bote de balón, él no estaba acostumbrado. En el junior le hacíamos salir botando tras rebote defensivo. Una gran parte del trabajo era el tiro, hacía 1.000 tiros diarios. Él reclamaba siempre más trabajo porque disfruta mucho entrenando. Tiene un nivel de disciplina alto, es muy organizado".
"Tiene las cosas muy claras, trabajar, trabajar y trabajar. Sabe que quiere estudiar y ser jugador de baloncesto. Para todo hace exactamente lo mismo. A él le dices de hacer un ejercicio 300 veces y lo hace. Antonio le corrigió muchas cosas. Recuerdo lo del tiro. Era repetitivo y en ningún momento decía nada. Todos los días el mismo ejercicio dos horas y era pico pala. Consiguió rectificar su tiro y muchas cosas más. Él trabaja hasta que lo hace. Es muy trabajador y muy listo", reconoce asombrada María del Mar, que da detalles sobre su adaptación en los estudios: "Los primeros días él hablaba francés. Le di los libros y cuando me metí a su habitación ya estaba estudiando matemáticas, que decía que no importaba el idioma. Así con todo lo demás".
Nzosa está estudiando primero de Bachillerato por la rama de Ciencias en el IES Emilio Prados. Al entrenar por la mañana el primer equipo cajista va a clase de cinco de la tarde a 11 de la noche, cuando no coincide con partidos. "Siempre va a clase", explica la tutora del joven, dando muestras de su también sobresaliente rendimiento académico: "En el IES Rosario Moreno [donde estudió e hizo prácticas Alberto Díaz] que estuvo el primer año me dijeron que nunca tuvieron un alumno tan excepcional. Llegó sin entender español y poco después hacía los exámenes en español. Es una persona excepcional, marcó a todos los profesores".
Su terrible eclosión baloncestística no cambió su vida fuera de la pista. "Él tiene puestos los pies en el suelo, no está creído. En la residencia es uno más. Para las normas también, como quitarle el móvil a las 11. Llega de clase y lo entrega. Tiene el mismo horario que todos", explica Lucio-Villegas, algo que corrobora Herrera: "No ha cambiado sus hábitos de vida también por el mérito del club y la tutora. Él sigue en la residencia y sigue comiendo en el comedor y sigue yendo a Los Guindos a por su ropa a lavandería y sigue viniendo a todos los partidos del EBA y va a su instituto y cuando no va pide los apuntes. Sufre cuando no saca literatura, que es la que más le cuesta. Se preocupa por mejorar su nivel de inglés. No cambia nada porque su carácter es así. Cuando ha estado en casa se comporta con normalidad, le gusta jugar al ajedrez y ver baloncesto, ver NBA. Se conoce a los mejores jugadores junior de su edad. Cuando fuimos al torneo de la Euroliga se conocía a todos los jugadores. Vive su sueño y se comporta igual".
Ese gusto por ver baloncesto en su tiempo libre incide de manera directa en su inteligencia en el parqué. Es habitual verle en Los Guindos viendo partidos de otros equipos de cantera o del Femenino.
"Le encanta, es su gran pasión. Todo ese volumen de vídeos y partidos le hacen bien a su mente. Destaca por eso también, él lee el juego cada vez más rápido. Es impresionante la capacidad que ha tenido de adaptarse a la cantidad de recursos tácticos que tiene un equipo del nivel del Unicaja. Llegar del junior donde todo es básico...", responde el director técnico de la cantera cajista, que desvela que su ídolo es Giannis Antetokounmpo, MVP de la NBA, un jugador con cierta semejanza física al congoleño: "Muchas veces pienso en mi etapa en el Real Madrid, con jugadores como Bojan Bogdanovic [ahora en Utah Jazz]. Lo mejor de Yannick es la determinación fuera de la pista, por conseguir un sueño y tener un estilo de vida que haga que ese sueño se pueda cumplir. Lleva a rajatabla el descanso, la nutrición, su economía y los estudios, todo de manera ordenada. No he tenido jugadores a esa edad con esa madurez y constancia, entrena todos los días bien. Esa resistencia a días buenos y malos es lo que para mí marca la diferencia. Su estilo de vida es encaminado totalmente al éxito. Hay un papel fundamental en Joe Lolonga también, es para él una figura muy importante en su vida y es un gran mentor. Le aconseja muy bien. Esa figura más todo lo que tiene aquí hace que sea así".
¿Cómo es Yannick Nzosa en su día a día fuera del baloncesto? Lo conoce bien Antonio Herrera, su tutor en Málaga y con el que pasó las dos Navidades desde que está en el Unicaja. "Ha pasado las dos Navidades en casa, le gusta el orden, el horario, el prepararse para el entreno. Toda esa responsabilidad consigo mismo y su familia y lo que él cree que tiene que devolver por la gente que apuesta por él le hace ser mejor", cuenta del joven, que sólo fue una vez al Congo a ver a su familia en este tiempo. Sus padres están separados y tiene cuatro hermanas. "Cuando está conmigo él llama a su hermana y a través de su hermana ve a su madre y tiene contacto. Lo lleva bien, sabiendo que puede ayudar a su familia desde aquí eso le tranquiliza", añade.
"Es un chico que se muestra muy serio e introvertido cuando está con personas que no conoce, pero con sus compañeros es la alegría del grupo. Canta muchísimo, es muy alegre. Baila, le gusta mucho la música", habla de su carácter el sevillano, mientras María del Mar destaca su alegría: "Es un tío muy normal, super feliz, es feliz siempre. Muy normal, muy humilde, super trabajador, muy responsable. Siempre esta riéndose. Siempre se escucha su sonrisa en el pasillo, siempre. Lo que más le gusta es vivir, salir, conocer, socializar. Lo normal sería estar con el móvil, pero a él le gusta pasear, estar con los amigos". "Yannick lo tiene muy claro, estudiar y baloncesto", resume.
La Copa del Rey es el desafío más grande de su incipiente carrera. Por el escenario, el rival y los focos. Todo con la nacionalización para poder jugar con la selección española como tema de fondo. En la FEB se espera este verano poder contar con él. Para los Juegos Olímpicos parece muy pronto, aunque quién lo descarta, pero sí debe ser pilar esencial en categorías inferiores. Si no ocurre nada raro, en Madrid se convertirá en el jugador más joven del Unicaja en debutar en el torneo, sexto de la historia de la competición, adelantando a un tal Domas Sabonis. "Él lo vive con normalidad porque es muy humilde, él se dedica a trabajar, mejorar y disfrutar del baloncesto cada día. A cuidar de su familia, teniendo muy presente que su madre y hermanos estén bien", asegura Herrera, que ofrece claridad sobre cómo afronta estas situaciones: "Es una presión, él es muy responsable y la vive. Ha sufrido mucho con las derrotas y la mala racha, muchísimo. Se abstrae por la humildad que tiene y porque su día a día está lleno con el instituto. Vive una vida normal dentro de toda la atención y esa es la manera de abstraerse. De querer seguir mejorando, de llegar el primero e irse el último, el demandar trabajo y preguntar, el querer ser mejor alumno, no le hace pensar en lo que ha conseguido". Así es Yannick Nzosa, un nombre que retumba dentro de la pista y que vive con naturalidad fuera de ella. Un jugador llamado a trascender.
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