La cría del gallo combatiente español en Vélez: el equilibrio entre las "riñas" y el bienestar animal

El presidente de la Asociación La Fortaleza describe las pruebas de selección como el corazón de este proceso, donde se busca preservar la pureza de la raza y mejorar sus características

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Miembros de la Asociación 'La Fortaleza' de Vélez-Málaga
Miembros de la Asociación 'La Fortaleza' de Vélez-Málaga / Manuel Fernández

Vélez-Málaga/Manuel Fernández, presidente de la Asociación de Criadores del Gallo Combatiente Español de Vélez-Málaga La Fortaleza, comparte su perspectiva sobre la cría de esta ancestral raza de gallos y su papel en la preservación de una tradición arraigada en la cultura española. A través de su experiencia, Fernández revela los objetivos, desafíos y contribuciones de la Asociación La Fortaleza a la comunidad local y a la preservación de una raza única.

La asociación tiene un compromiso firme: proteger y fomentar la cría y el cuidado del gallo combatiente español. Para Fernández, esta misión va más allá de la simple conservación de una especie; es una forma de salvaguardar una parte importante de la identidad avícola española. "Nuestra asociación busca no solo mantener viva esta raza milenaria, sino también promover el conocimiento y la comprensión de su importancia cultural", explica.

"La cría del gallo combatiente español es un arte que requiere paciencia, dedicación y un profundo conocimiento de la genética avícola". Fernández describe las pruebas de selección como el corazón de este proceso, donde se busca no solo preservar la pureza de la raza, sino también mejorar sus características. "Cada gallo y gallina son seleccionados cuidadosamente para garantizar que la siguiente generación mantenga los estándares de la raza", señala.

La exportación de la raza

Principalmente, el gallo combatiente español se exporta desde Vélez-Málaga a toda Hispanoamérica, "donde la tradición de la cría de gallos de pelea ha sido heredada y continuada". Asimismo, esta raza también encuentra su camino hacia países asiáticos, aunque en menor cantidad. Por ejemplo, en Tailandia, donde las peleas de gallos son consideradas "un deporte nacional", el gallo combatiente español se utiliza para mejorar las razas locales. De esta manera, "la sangre española no solo preserva la pureza de la raza, sino que también enriquece y fortalece otras razas en diversos lugares del mundo".

Aunque las peleas de gallos están prohibidas en España, se llevan a cabo en otros países donde están autorizadas o no están expresamente prohibidas. Sin embargo, en territorio español, las pruebas de selección de la raza son la práctica autorizada para su mejora y conservación. Estas pruebas, a pesar de su similitud con las peleas de gallos, se rigen por estrictas normas, controles de bienestar animal y trazabilidad, garantizando así la integridad de la práctica y el cuidado de los animales involucrados.

Las riñas para una selección de calidad

Las riñas de gallos, un aspecto controvertido y poco conocido para la ciudadanía, están regidas por normas estrictas que garantizan la igualdad de condiciones entre los contendientes. Al igual que en el boxeo, se respeta el peso y se establecen límites de tiempo, con un máximo de 30 minutos por combate. Bajo la atenta mirada de un juez y la supervisión de un veterinario, cualquier infracción, como tocar la pechuga en el suelo o negarse a pelear, resulta en la finalización del combate y la declaración de derrota para el gallo infractor.

Aunque las riñas pueden ser intensas, se asegura el bienestar de los animales participantes. "Los gallos que resultan perdedores son cuidadosamente tratados y curados para su recuperación". Es notable la capacidad de regeneración de estos animales, "que rara vez pierden la vida en estas confrontaciones". Esta habilidad para recuperarse está arraigada en su evolución y en su instinto natural de supervivencia. Mientras que en la naturaleza estos animales se enfrentan desde temprana edad, los criadores prolongan su vida hasta los dos años, permitiendo un periodo de selección que contribuye a la preservación de la especie y al mantenimiento de su robustez genética.

Sin embargo, la labor de La Fortaleza no está exenta de desafíos, especialmente en lo que respecta al marco legal. El presidente de la asociación reconoce la importancia de las leyes que regulan la cría de gallos combatientes, pero señala la falta de uniformidad en su aplicación. "Es crucial que haya un equilibrio entre la protección de la tradición y el bienestar animal", comenta, destacando la necesidad de una regulación más equitativa en todo el territorio español.

Las pruebas de selección de la raza se llevan a cabo en instalaciones debidamente autorizadas, garantizando un entorno controlado y seguro para la evaluación de los ejemplares. Sin embargo, el panorama de los criaderos presenta una dualidad preocupante entre la legalidad y la ilegalidad. Mientras que los criaderos legales, que pueden llegar a alcanzar los 300 en Málaga, se adhieren estrictamente a las regulaciones establecidas y se distinguen por su ética y formalidad, lamentablemente, "existen más de 700 criaderos ilegales o no debidamente registrados".

Esta disparidad entre criaderos legales e ilegales constituye "una lacra" persistente en la comunidad de criadores. A lo largo de los años, esta problemática ha suscitado numerosas quejas y preocupaciones, ya que los criaderos ilegales "representan una amenaza para la reputación y la integridad del sector". Es por ello que la federación ha implementado medidas rigurosas de trazabilidad de los animales, entre otras iniciativas, con el objetivo de mitigar esta situación y evitar su agravamiento.

Sin embargo, el desafío persiste, "especialmente en los barrios marginales", donde aficionados no registrados incumplen sistemáticamente las normativas, comprometiendo la imagen y el trabajo de los criadores legalizados. "Nuestra meta es seguir siendo líderes en la preservación de esta raza única, al mismo tiempo que promovemos prácticas de cría responsables y sostenibles", concluye.

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