Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
Entre todos los lugares a los que el desborde del barranco del Poyo llevó la destrucción, el casco antiguo de Paiporta es donde más se cebó la tragedia. En estas casas bajas levantadas hace más de un siglo por trabajadores de la huerta se produjo un gran número de víctimas, entre ellos algunos ancianos atrapados en sus viviendas de una sola planta.
La media de edad en este barrio es muy alta. Son personas que han convivido toda su existencia con el barranco que servía para regar su huerta. Jamás pensaron que el agua los atraparía en un callejón sin salida.
El barrio antiguo es un conglomerado de calles muy estrechas que casi dos semanas después de la tragedia siguen anegadas por más de una cuarta de agua y lodo que las arquetas ya no pueden tragar.
El acceso a buena parte de estas callejuelas es muy complicado, ahora que los inservibles enseres se acumulan en las calles. Los coordinadores del mando único, que se ha situado en una gasolinera de Paiporta, decidieron cortar ayer sábado el acceso a este barrio a los miles de voluntarios que llevan desde el jueves 31 de octubre colaborando con los vecinos para que la maquinaria pesada pueda ir retirando las toneladas de basura y chatarra que se acumula en sus calles.
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