Dos estrellas Michelin y un menú

Alvaro Garrido, del restaurante Mina de Bilbao, y Benito Gómez, del restaurante rondeño Bardal, ofrecieron un producto combinado en la ciudad del Tajo en el ciclo 'Cocinando entre amigos'

Benito Gómez y Álvaro Garrido juntos en los fogones de la cocina del restaurante Bardal.
Benito Gómez y Álvaro Garrido juntos en los fogones de la cocina del restaurante Bardal. / Javier Flores
Javier Flores

25 de abril 2018 - 01:32

Ronda/álvaro Garrido, del restaurante bilbaíno Mina, y Benito Gómez, del restaurante rondeño Bardal, ambos con una estrella Michelin, unieron ayer sus cocinas en un menú que pudieron degustar los clientes del restaurante rondeño. Todo ello acompañado por una selección de vinos andaluces que sirvieron como maridaje de esta peculiar combinación de los estilos libres y muy diferentes entre ellos. Eso sí, ambos tienen a los productos locales como elemento principal en sus platos. De hecho, Gómez mostró algunos de estos elementos autóctonos en un recorrido por parajes de la ciudad del Tajo.

Un encuentro que se enmarcó dentro del ciclo Cocinando entre amigos, que decidió unir a dos cocineros con una forma parecida de ser y que no se dejan encorsetar por las modas. De hecho, antes de ponerse serios, muy serios, al entrar en los fogones, ambos intercambiaron bromas y buen ambiente con las dos estrellas Michelin en mitad de ello entre una entrevista y otra. Dos almas libres de la alta cocina entre las que se apreciaba que hay feeling entre ambos. Los dos forman parte de una generación de cocineros, aunque tras sus espaldas se encuentra ya una larga trayectoria por diferentes cocinas a lo largo de los 21 años que ambos llevan frente a las cocinas.

Una carrera paralela que se llegó a un mismo punto, la decisión de ambos de poder montar su propio restaurante y en la actualidad ambos poseen un estrella Michelin, lo que hace que sean un referente en el mundo de la alta cocina. Garrido bromeó con Gómez sobre las opciones del segundo para obtener pronto su segunda estrella, mientras Gómez mantenía que sería el bilbaíno el primer el conseguirlo. En realidad, como almas libres de la cocina, ninguno de los dos parece muy preocupado por este asunto, ya que siguen fieles a su estilo lejos de las modas de la alta cocina. Quizás sea este aspecto el motivo de su éxito.

Ambos se elogiaron mutuamente sus estilos, aunque reconocían que son muy distintos. Mientras Garrido apuesta en sus elaboraciones por conseguir combinaciones ácidas casi imposibles, el segundo se decanta por el gran sabor de sus caldos. "Él juego con el riesgo y lo consigue", señalaba Gómez a la hora de describir la forma de cocinar de su ayer compañero de fogones. Eso sí, ambos coincidían a la hora de señalar que el conocimiento en la cocina y el aprendizaje es "infinito". De igual, también coincidían al señalar que los cocineros son capaces de hacer buenos platos en cualquier tipo de cocina, sin necesidad de contar con sus propios elementos o últimos avances en equipos.

Un menú conjunto formado por 24 platos

En un menú compuesto por 24 platos, los comensales tuvieron la oportunidad de degustar de forma alternativa elaboraciones de ambos cocineros, para lo que Garrido confió en el equipo de Bardal para poner en las mesas una sopa de txangurro, yema de salazón y mostaza, queso marino, navaja en su jugo, escabeche de hígado de rape, huevo de oca Euskal Antzara, patrami de ventresca de cimarrón o guiso de tuétano. Unos platos de la cocina vasca que se combinaron con otros como la sopa de hierbas, tarta de champiñón, jugo picante de pipirrana y quisquillas, sopa de caracol o conejo a la cazadora, entre otros. Llegado el momento, el equipo de Bardal se convertía por un día también en el equipo Benito Gómez y Álvaro Garrido, que compartieron fogones y experiencia. En ese momento se terminaron las bromas y la profesionalidad de ambos salía a relucir. Mientras en los salones comenzaban a llegar los clientes y se iban cantando en cocina, Álvaro y Benito controlaban hasta el último milímetro los detalles de un menú que unía dos estrellas Michelin en una misma opuesta. Todo ello sin estar exentos de los momentos de tensión en un servicio de cocina.

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