Ruta de Vélez-Málaga a Torrox pasando por Algarrobo: adiós (otra vez) confinamiento perimetral
Redescubriendo la provincia
Y esperamos que sea hasta nunca
La etapa 3 de la Gran Senda de Málaga nos reconcilia con la libertad
Y, one more time, que cada cual haga lo que le venga en gana siempre que respete las medidas anti-Covid
La mayoría estamos deseando salir y la otra parte está deseando que salgamos. Es por ello que nosotros, aprovechando que la Junta adelanta a este viernes la entrada en vigor de las medidas en los municipios de Málaga, nos liamos la manta a la cabeza y recomendamos la etapa 3 de la Gran Senda de Málaga, la que conecta a Vélez-Málaga con Torrox: y que cada cual haga lo que le venga en gana.
Así, antes de que nos arrecien los porqués damos a conocer sendas cuando no nos podemos mover del sitio, diremos que hacia el sudeste, saliendo desde el veleño polideportivo dedicado a Fernando Hierro parte la tercera etapa de la Gran Senda.
Una senda que, con una duración de cuatro horas, nos llevará por poco más de 19 kilómetros de caminos costeros casi en su totalidad, y que se desarrolla en su nacimiento a través de la antigua vía pecuaria de la vereda del Camino Bajo de Algarrobo.
En somero resumen, la senda baja hasta el puerto pesquero veleño y desde aquí se alcanza Algarrobo recorriendo su litoral y pasando por las playas de Mezquitilla y las veleñas Lagos y El Morche. Alcanzaremos más adelante el prominente faro de Torrox, desde donde tomaremos la subida al pueblo teniendo los picos de Sierra Tejeda como fondo, con sus abigarrados tonos grises y la sobresaliente Maroma como pico más alto de Málaga.
Tras este resumen breve, vamos hablar de la senda más en profundidad. Después de bajar del polideportivo, y dejando atrás el camino a la loma de Bentomiz, llegamos al cauce seco pues, eso, del arroyo Seco.
Lo seguimos hacia el sur hasta llegar a la finca Los Bambúes, desde donde buscaremos un paso subterráneo para cruzar la A-7 E-15 y pasar por las cercanías de una urbanización donde se cruza la Nacional 340 junto a la fuente El Pilar. Se llega a la playa, como hemos dicho, cerca del puerto veleño de La Caleta.
Así, andando, caminando, por el paseo marítimo entramos a Algarrobo. El sendero coincide con el litoral y con una costa donde todavía se pueden ver a pie de playa casas tradicionales de pescadores de dos plantas, un modelo que casi se ha extinguido a lo largo de toda el frontal playero de la provincia.
En nuestro periplo también podremos contemplar vestigios del patrimonio histórico como son las numerosas torres vigías que encontramos en Málaga. En este caso, a pesar de su estrecho litoral, Algarrobo posee con orgullo dos de estas atalayas: las torres Ladeada y Derecha.
El nombre de estas dos construcciones no dejan lugar a muchas dudas: una está derecha y la otra ladeada, como si fuera la Torre Inclinada de Algarrobo (alguien debería poner de moda hacerse fotos en ella como si la estuviera sosteniendo).
La torre Derecha o Torrenueva fue reconstruida a mediados del siglo XVIII bajo el reinado de Fernando VI, ante la atenta mirada del ingeniero Juan Zahoras.
Al contrario que la gran mayoría de las torres vigías del litoral malagueño, su ingreso se realizaba a través de un cuerpo de escaleras que se sitúa frente a la puerta, y no con escalas de madera, como era lo común.
Actualmente está ubicado dentro de un parque público, así que es perfecto para el desarrollo de actividades culturales o para ir a recrear nuestras escenas favoritas de Juego de Tronos, El Señor de los Anillos o cualquier otra frikada por el estilo.
En cuanto a la torre Ladeada, ésta cuenta con cerca de nueve metros de altura y en sus orígenes se encontraba situada de forma aislada sobre la arena de la playa. Sin embargo, actualmente esta torre musulmana se encuentra rodeada por los edificios de una urbanización, lo que dice mucho del crecimiento inmobiliario de unos siglos a esta parte.
La torre Ladeada o Portichuelo llama la atención por su inclinación, se encuentra frente a la torre Derecha. Su inclinación se debe a la poca profundidad de sus cimientos y a la influencia del mar.
Pero continuemos: más adelante, el ancho cauce del río Algarrobo, escenario de tanta historia pasada, es salvado por un puente peatonal y, entre altos edificios, nos encontramos con la ermita de la Virgen de Fátima de la barriada de Mezquitilla. En este lugar, a pesar del paso arrollador de la modernidad, todavía se pueden ver barcas de pesca con sus tornos y las redes tendidas al sol.
Caminando, andando, volvemos a entrar en Vélez-Málaga, porque como sabemos Algarrobo costa se incrusta como una cuña el litoral veleño y lo divide en dos.
Las vistas de Mezquitilla y la playa de Lagos son amplias ya que el sendero se sitúa sobre unos acantilados donde se localizan amapolas y margaritas marinas junto a algunos arbustos espinosos. Debemos tener precaución por esta zona y cabe destacar la torre de Lagos.
Después de un tramo de sendero entre el acantilado costero y la carretera se llega al río Güi, que marca el final del municipio de Vélez-Málaga y el inicio de Torrox, concretamente en el barrio de El Morche, con la torre de Güi como hito claro e indiscutible.
El camino continúa recto y cruza el arroyo Manzano, y un maltratado sistema de dunas que a duras penas persiste, aunque son fundamentales porque las dunas de la Carraca son el último bastión dunar de Málaga hacia levante.
Persistiendo se llega la playa de Ferrara, que lleva al sendero hasta el faro de Torrox donde encontraremos la antigua ciudad romana de Caviclum.
La ciudad romana de Caviclum de Torrox se situaba en Conventus Gaditanus, una de las circunscripciones en las que se dividía la provincia Bética de Hispania, mientras que hoy en día se ubica en el yacimiento denominado Conjunto del Faro, en la costa de dicha localidad.
Aquí se ha documentado una villa muy unida al mar con unas termas y una factoría de salazones que posteriormente fue aprovechada como necrópolis, así como una serie de hornos de alfarería.
Una villa, por tanto, con gran presencia económica en la que la parte residencial convivía con las zonas de producción. De hecho, en la zona residencial hay presencias de un atrio con un impluvium central de mampostería, así como otras estancias y un peristilo rectangular. Tanto el atrio como las distintas habitaciones estuvieron pavimentadas con mosaicos de decoración geométrica.
En cuanto a su explotación económica del mar, su factoría de garum se identifica por una serie de piletas que con el tiempo se reutilizaron como necrópolis. De esta necrópolis romana de Torrox se han documentado diversos enterramientos infantiles realizados en ánforas, así como un mausoleo familiar de planta cuadrada.
Los restos de Caviclum son dignos de ver: el entorno en el que se encuentran, frente al mar, nos permite contemplar el mismo horizonte que vislumbraron nuestros antepasados, las mismas aguas. Quizás, con las mismas incertidumbres ante la vida en la mente.
A los pies del faro circula el río Torrox, con el Peñoncillo en la otra orilla, pero este cauce no se cruza si no que nosotros comenzaremos a ascender hacia el norte, hacia un valle donde predominan cultivos en terrazas, y para pasar de nuevo bajo la N-340.
Dejando atrás los muros de la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, el sendero entra a Torrox, por la parte sur del pueblo, dándonos de bruces, prácticamente, con el Bar El Rubio.
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