Ruta a la desembocadura del Guadalhorce a través de su pasarela
Redescubriendo Málaga
El nuevo puente, finalizado e inaugurado en plena pandemia, ha supuesto un auténtico revulsivo para la zona
Vamos, lo que los políticos denominarían "una auténtica puesta en valor" para el tramo final del Guadalhorce
Y todo sin romper la limitación perimetral impuesta por la Junta de Andalucía
Hoy hablaremos del entorno de la desembocadura del Guadalhorce, una zona que volvió a saltar a la palestra malacitana gracias la pasarela inaugurada hace ya un mes y que se ha convertido en el nuevo espacio que hay que visitar sí o sí por unos malagueños deseosos de salir a la calle con cualquier excusa. Con la más mínima.
Porque este puente de madera nos acerca a un entorno natural que muchos preferirían que no se diera a conocer. Pero lo que no se conoce, no despierta preocupación y, por tanto, no se protege.
Una pasarela que nos conduce a un espacio natural que sorprende por lo cercano. En ocasiones pensamos que la naturaleza está muy lejos de la ciudad, cuando en realidad está justo aquí al lado, bien cerquita, incrustada en la propia capital malagueña, tal y como nos recuerda la presencia de Gibralfaro a un paso del centro.
Esta pasarela forma parte de la senda litoral, cuyo objetivo es conectar toda la costa malagueña a pie desde Manilva hasta Nerja. Un paraje que pasa por la desembocadura del Guadalhorce y que ya visitamos en el tramo final de la ruta que enlaza Alhaurín de la Torre a Málaga, una senda que es la etapa 35 de la Gran Senda de Málaga.
La pasarela ha hecho que esta desembocadura del Guadalhorce (Guadalhorce significa "río de los silencios" en árabe, por cierto) pase de ser una isla entre los dos brazos del río, a convertirse en una península con un acceso, como decimos, más fácil. Pero no podemos olvidar que, cuando visitemos el entorno, éste se trata de un paraje natural. Esto es, un espacio protegido incluido en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA).
Su importancia radica en que es un refugio para las aves, por lo que incluso cuenta con hasta cinco observatorios gracias a su gran interés ornitológico: el de la laguna de La Casilla, el de río Viejo, el de la laguna Escondida, el de la laguna Grande y el observatorio de aves marinas.
Es un lugar especial ya que se localiza en la línea de vuelo de los pájaros hacia y desde el Estrecho de Gibraltar, proporcionando un lugar para el descanso y alimentación de muchas aves migratorias lo que, junto a la presencia de algunas especies residentes vulnerables como el chorlitejo patinegro o la malvasía cabeciblanca, hacen que merezca el máximo nivel posible de protección. ¡Eso va por todos!
El recorrido que nos ofrece la ruta de este enclave natural es bien sencillo: llano como un plato, está repleto de humedales permanentes, y la mayor atención que debemos mantener es, como hemos dicho, y no nos cansaremos de repetir, el cuidado y el respeto hacia el medio ambiente natural que nos acoge. Seamos unos visitantes modélicos.
De hecho, el espacio natural no sólo tiene relevancia como lugar de descanso y protección de las aves, sino que también es un autentico oasis junto a Málaga donde los pájaros pueden completar su ciclo reproductor que, de otro modo, no tendrían dónde hacerlo.
El paraje ocupa una extensión de unas 67 hectáreas de un complejo lagunar en el que la mayor parte de sus lagunas tienen su origen en antiguas graveras restauradas y, ademas, mantiene el tramo más extenso de playa en estado natural de todo el litoral malagueño, lo cual ya es mucho decir.
Para su visita se pueden seguir dos senderos bien señalizados: la ruta del río Viejo y la senda de la laguna Grande, ambos de 1,6 y 1,7 kilómetros de recorrido respectivamente, los cuales nos permiten acceder a las distintas lagunas y, por tanto, a los cinco observatorios de aves. Lugares donde armarse de paciencia y unos buenos prismáticos.
Además de fauna, la flora es muy interesante en este paraje. La vegetación del lugar se asocia a diferentes ambientes, donde la presencia del agua y la sal son relevantes en su disposición y riqueza. Las arenas de la playa acogen, así, plantas extremadamente adaptadas a este inhóspito ambiente. Las zonas alcanzadas por las mareas se encuentran pobladas de plantas adaptadas a una alta salinidad, y también existen pequeños bosquejes de ribera.
Y, para rematar, además de fauna y flora, disfrutaremos de bellos paisajes que incluyen vistas a las lagunas, al mar, el puerto de Málaga y al paseo marítimo Antonio Banderas. ¡Regresaremos cargados de fotos para Instagram!
Como apunte final, en el entorno se localizan el yacimiento del Cerro del Villar. Y es que a partir de la segunda mitad del siglo IX a. C., se instalaron en el estuario del Guadalhorce dos importantes colonias fenicias: La Rebanadilla, descubierto como resultado de las obras de ampliación del aeropuerto de Málaga, y el Cerro del Villar, situada algo más al sur.
Esta última era un poblado de varias hectáreas con un urbanismo de aspecto ortogonal, edificaciones separadas por calles transversales y concentradas en manzanas, que han sido interpretadas como tiendas donde se exponían mercancías. Sin embargo, se conservan pocos elementos de este pasado, más allá de una cuestionable reconstrucción.
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