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El día que el uso de mascarilla se hizo obligatorio muchas pensamos que jamás volveríamos a usar un pintalabios. Que no se nos vea la boca y que la mascarilla estropee nuestro labial son dos razones de peso para renunciar al uso de pintalabios. Pero, la realidad siempre supera la ficción y los datos hablan por sí solos.
Según un estudio de la empresa Idealo, en septiembre de 2020 se ha producido un aumento de ventas del 234,54 %, en comparación con el número de ventas de febrero (el último mes antes de la pandemia). Este hecho insólito hace que nos planteemos las razones del incremento de la demanda de pinta labios, a pesar de que su uso parece estar algo limitado porque nuestras rutinas de maquillaje han cambiado por completo.
El lipstick index es un concepto acuñado a principios de los 2000 por Estée Lauder para definir un curioso efecto: en épocas de crisis económica acentuada, las ventas de pintalabios aumentan. La razón es sencilla. El pintalabios es un cosmético relativamente barato y su compra resulta un capricho asequible que la mayoría de consumidores puede permitirse a pesar de estar atravesando un bache económico.
En España ya hemos comenzado a ver esta tendencia. Aunque de marzo a junio la demanda de barras de labios se desplomó hasta un 76 %, coincidiendo con el período de confinamiento completo, los datos analizados por Idealo muestran que a partir de julio la demanda ha ido subiendo progresivamente hasta alcanzar un aumento del 234,54 % en septiembre (en comparación con febrero, el último mes prepandemia).
Tras este espectacular crecimiento podemos encontrar varios motivos. Por un lado, el aumento del interés en las barras de labios permanentes y semipermanentes, que permiten seguir llevando este cosmético sin riesgo de que se manche la mascarilla y la cara con su uso. También la vuelta a la oficina ha servido como excusa a muchas españolas para estrenar color de labios tras muchos meses trabajando en casa.
Finalmente, la necesidad emocional de sentirse mejor, no solo estéticamente, sino como respuesta al actual ambiente de pesimismo. "Pese a que debido al uso de la mascarilla la lógica nos indicaba que la demanda de pintalabios debería haber seguido cayendo, lo cierto es que desde los meses de verano hemos ido viendo un sustancial aumento en la demanda, ya sea por la necesidad de darnos un capricho asequible o porque ya nos hemos acostumbrado a las mascarillas y hemos encontrado maneras de no mancharnos con el pintalabios", comenta Adrián Amorín, country manager de Idealo.
"El efecto lipstick index viene siendo estudiado desde hace tiempo y es otro indicador que demuestra que el clima económico impacta de manera clara en el comportamiento de compra de los consumidores", concluye.
Churchill convirtió el pintalabios en un producto de primera necesidad en tiempos de guerra. En plena II Guerra Mundial, el gobierno británico consideró que los labiales eran imprescindibles para levantar la moral para el pueblo. Desde entonces, las ventas de cosméticos se han posicionado como barómetro económico en épocas de recesión.
"Ahora, más que nunca, la belleza es tu deber", manifestó la edición británica de la revista Vogue en 1941. En plena Segunda Guerra Mundial, el eslogan beauty is your duty no tardó en convertirse en un acto de compromiso patriótico inapelable, defendido y reforzado por el mismísimo Winston Churchill.
El primer ministro británico supo ver el papel psicológico y social de esta industria en una guerra, convirtiendo en estrella y producto fetiche a un pintalabios, eso sí, de color rojo. A pesar de que en el Reino Unido durante la II Guerra Mundial se paralizara la producción de cosméticos en aras de empresas más urgentes, Churchill decidió hacer una excepción con el lápiz de labios al afirmar que su uso y fue considerado producto de primera necesidad.
Mientras que la gasolina, el azúcar o los huevos eran racionalizados, los pintalabios se repartían a toda la población como un bien de primera necesidad. Así, este elemento clave del maquillaje pasó además de ser un mero básico de belleza a convertirse en el símbolo por antonomasia de la moral en tiempos bélicos, a la cual contribuía manteniéndola alta, para después llegar a ser y convertirse en el icono máximo del estilo de vida de la sociedad moderna.
Tanto después de la II Guerra Mundial, como en la Nueva York post 11-S, después del crack del 29 o durante la recesión económica de 2008, las ventas de cosméticos florecieron y es una realidad que ha forjado a grandes marcas de cosméticos, ya que en época de bonanza económica, la población tiende a comprar otros productos más caros o lujosos. La crisis económica que nos deja la pandemia de coronavirus, no iba a ser menos.
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