Color, calor, misterio

Salinas, partiendo de una estructura elemental, llega a una profunda efusión lírica, cálida y misteriosa

En la exposición que el CAAC dedica a Manuel Salinas, pintor extraordinario y secreto de la Sevilla avantgarde, nos encontramos con cierta cualidad ilustrativa de su pintura, desde una primera figuración, un tanto solanesca, hasta las distintas formas de “improvisación” de la pintura abstracta. De hecho, Abstracto estricto es el título de la exposición, que alude al modo en que el pintor definía su oficio y que, en el caso de Salinas, parece culminar, felizmente, en una metódica prospección del color, con resultados de una profundidad y riqueza impresionantes.

Uno conocía de la pintura pausada y cerebral de Manuel Salinas gracias al escritor Diego Carrasco, gran amigo suyo, con quien he hablado, en alguna ocasión, de la naturaleza cálida y solemne de sus obras. La exposición, pues, comienza con un predominio de lo blanco que se halla próximo, por ejemplo, a Robert Rayman, en lo que tiene de material e inacabado, y donde se barajan todos los aspectos de una claridad grisácea y melancólica, embarnecida por alguna coloración, pero que parece inclinarse hacia lo neutro. Conforme Salinas se adentre en el color, nos iremos encontrando con otras fórmulas de abstracción, de acusado lirismo, como las de Reinhardt, Newman y Fontana. Y naturalmente, con De Kooning, Hofmann y Rothko. Es decir, nos iremos acercando a una sencillez formal –bandas verticales, vastas cuadrículas, superficies de un único color, como las que había practicado ya Rodchenko en la entreguerra–, de la que emerge, sin embargo, una cualidad estética retomada con el Romanticismo: lo sublime, en tanto que terror o asombro indefinido. Es así como Salinas, partiendo de una estructura elemental, llega a una profunda efusión lírica, cálida y misteriosa, donde el espectador se encuentra con una forma, hospitalaria e impura, de pureza. Esto es, con una pintura material, compleja, táctil, visiblemente hollada por el pintor, de fuerte potencia sugestiva.

Decía Frank Stella, recientemente fallecido, que un cuadro no era más una superficie plana con pintura. Lo cual es tan informativo como decir que un jamón no es más una pierna de cerdo salada. La pintura de Manuel Salinas, en tanto que abstracción estricta, acude al arte combinatoria del color para expresar cosas inexpresables y fuerzas en agitación que a todos nos conciernen, pero que no se nombran. En ese Salinas, maestro del color, uno cree posible adivinar, musicalmente, una serena alegría y una ordenada conmoción del mundo, virado hacia lo verde.

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