Elecciones Andalucía: 19-J, una cita con el votante infiel
La volatilidad del voto, la apertura de grietas en los graneros electorales y la desmovilización marcan unas elecciones con dos millones de electores que no han conocido la preautonomía, otro 22% que nació en la Dictadura y un 4% del electorado 'olvidado' en otros países
Histórico: 40 años de elecciones andaluzas
Este domingo están citados a las urnas algo más de 6,6 millones de andaluces. De ellos, casi el 30% han nacido a partir de 1982, más de 300.000 votarán por primera vez en unas elecciones autonómicas, cerca del 4% vive en el extranjero y el 22% tiene más de 65 años.
Detrás de los números hay realidades y comportamientos electorales. ¿Qué significa que cerca de dos millones de andaluces tengan menos de 40 años? Son generaciones nacidas después de las primeras elecciones autonómicas que han visto al PSOE encadenar 10 victorias electorales en Andalucía y dirigir una decena de gobiernos. Pero más allá de este hecho, José Manuel Trujillo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Pablo de Olavide, subraya que se trata de votantes más volátiles, con menos identidad de clase y menor lealtad a los partidos, características que amplía a los nacidos en democracia. "Son electores a los que le cuesta menos transitar entre formaciones políticas y están algo más dispuestos a traspasar fronteras ideológicas".
Además, el próximo 19 de junio votarán por primera vez en unas elecciones autonómicas algo más de 302.000 electores, un grupo que supone el 4,5% del censo y que también tiene personalidad propia. "El voto se ancla a lo largo de la vida. Con los años se construyen las lealtades", argumenta para explicar que tradicionalmente los jóvenes tienen un comportamiento "más emocional frente a las urnas. Son menos convencionales, más disruptivos".
Jaime Andreu, profesor de Sociología de la Universidad de Granada, diferencia por un lado el votante joven que procede de la generación del 11M y el que ha alcanzado la mayoría de edad después. A la luz de las encuestas, aprecia que los primeros mantienen el apego hacia las formaciones a la izquierda del PSOE, mientras que los más jóvenes se inclinarían hacia Vox, aunque en cualquier caso en porcentajes que no cree que vayan más allá del 9%.
José Manuel Trujillo alude a la evolución electoral de Andalucía desde 2015 para mostrar el efecto de la volatilidad. Aunque las cuatro consultas las ha ganado el PSOE, la segunda y tercera posición han estado sometidas a importantes cambios. En 2015 fue el momento de Podemos, aupada como la tercera fuerza política en aquellas autonómicas. En 2018, sin embargo, Ciudadanos se hacía con esa tercera posición, una carrera que seguiría firme hasta las generales de abril de 2019, cuando se convirtió en segundo partido con mayor respaldo electoral en Andalucía. Sin embargo, solo siete meses después, en las generales de noviembre de ese mismo año, el PP volvía a ser el segundo partido con más votos, Ciudadanos caía al quinto lugar y en la parrilla política destacaba Vox en el tercer puesto.
En cualquier caso en 2018 se configuró un escenario de bloques que Jaime Andreu está convencido de que ha venido para quedarse, aunque cambie la distribución del voto en cada alero. Ve difícil una mayoría absoluta después del 19-J. Incluso cree muy complicado un Gobierno de un partido en solitario. Barrunta que hará falta mucha geometría electoral. También ve muy difícil que mejore la participación. No cree que supere el 56% de las últimas autonómicas, una desmovilización que en principio beneficia al Partido Popular y juega a la contra del PSOE.
Frente a los dos millones de electores que no han conocido la Andalucía preautonómica, hay otro millón y medio de más de 65 años que ha conocido en primera persona la Dictadura y la Transición. Representa el 22% del censo. A grandes rasgos se considera un votante más estable. "Aquí hay menos volatilidad y también menos abstención", precisa el profesor de la Pablo de Olavide. Es más leal al partido, menos permeable ideológicamente y más participativo en política.
Este grupo ha sido el cimiento del bipartidismo, un dique que contenía las aventuras de los outsiders, pero que también empieza a mostrar algunas fisuras. "El votante anterior a 1982 siempre ha sido más de centro izquierda. Ahora, sin embargo, se aprecia cómo en un pequeño porcentaje empieza a inclinarse hacia el centro y el centro derecha. Las encuestas revelan que hay un voto estratégico en una parte de ese nicho del centro izquierda hacia el PP", apunta el profesor de la Universidad de Granada.
Jaime Andreu también ha observado nuevas tendencias políticas relacionadas con la posición social, profesional y cultural: "Trabajadores más manuales y del entorno agrícola se mueven hacia posiciones más de derechas, incluso hacia Vox". Esto significa que el granero socialista del interior pierde vigor.
Tradicionalmente, y a diferencia de lo que sucede en las provincias costeras donde hay menor participación y más dispersión del voto, las provincias interiores, y especialmente Córdoba y Jaén, arrojan las tasas de participación electoral más altas. "Ahora son todo encuestas, ya veremos luego", subraya, porque la demoscopia apunta tendencias sociales y políticas, pero son las urnas las que apuntalan realidades.
Finalmente, están los invisibles: los residentes en el extranjero. Un grupo que parece no interesar a nadie. Ni los candidatos se han dirigido a ellos ni se han puesto en circulación mensajes pulidos a la medida de sus intereses. En estas andaluzas están convocados a las urnas más de 263.504 andaluces que viven en otros países. Suponen casi el 4% del electorado. Para comprender la dimensión de población andaluza en edad de votar expatriada solo hay que tener en cuenta que podría componer la tercera ciudad más poblada de Andalucía, después de Sevilla y Málaga.
Sin embargo, son electores desatendidos y desapercibidos en las campañas electorales, a pesar de que la cifra de emigrados crece sin parar. Desde 2008 ha experimentado un crecimiento del 79%, con picos del 104% en Málaga y del 88 y 82% respectivamente en Almería y Sevilla. El censo electoral es uno de los pocos registros oficiales que permite hacerse una idea aproximada de la emigración contemporánea: en las autonómicas de 2008 estaban llamados a votar 147.033 andaluces residentes en el exterior, frente a los 263.504 actuales.
La gran evasión se sitúa entre 2008 y 2012, es decir, en los peores años de la crisis, cuando el país estaba al borde de la intervención soberana y los hombres de negro vigilaban las cuentas públicas. El dato más inquietante no es que en esos años muchos jóvenes y también inmigrantes nacionalizados optaran por probar suerte en esos países, sino que después, con la recuperación económica, la tendencia se haya mantenido. No con la misma intensidad, pero sí con fuerza. De hecho, entre las autonómicas de 2018 y las actuales, otras 19.441 personas han engrosado el censo electoral de andaluces en el extranjero.
La potencia de estos números sin embargo no interesa a nadie. Ni siquiera ahora, con la facilidades que ofrecen las redes sociales. Es un votante disperso sobre todo en Europa que, además, no se implica en política. De hecho, prácticamente no vota. Puede que porque no se sienta impelido o puede que porque la tramitación burocrática del voto desde otros países sea tan compleja que resulte disuasoria. Para estas elecciones de un total de 263.504 únicamente 10.588 han solicitado el voto por correo desde otros países.
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