Un tándem clave en la alacena biológica de la sanidad
Isidro Prat y María del Carmen Hernández | Premios Malagueños de Hoy
Isidro Prat y Maricarmen Hernández han sido piezas claves en el crecimiento del Centro de Transfusión
Málaga/Formaron un tándem perfecto y supieron hacer equipo. Isidro Prat y María del Carmen Hernández fueron durante tres décadas dos piezas claves del Centro de Transfusión Sanguínea. Él como director técnico y ella como capitana. Ambos se han jubilado este año, pero dejan un gran legado: ese equipo que trabaja silenciosamente desde sus instalaciones del Civil y sin el que no sería posible buena parte de operaciones, trasplantes y tratamientos.
Los dos contribuyeron a la mejora de la sanidad malagueña porque supieron combinar los avances médicos, las demandas de los especialistas para incorporar nuevas técnicas, el compromiso de los profesionales que dirigían y el apoyo de la Consejería de Salud.
Durante estos años han llevado las riendas de esa alacena biológica de la sanidad que es el Centro de Transfusión. Sangre para transfusiones, huesos para operaciones, células madre para trasplantes de médula ósea o córneas para reparar ojos se han procesado bajo su dirección y por su tesón en incorporar cada avance que pudiera beneficiar a los pacientes.
Si se mira hacia atrás, han hecho un gran trabajo. Porque hasta 1988 cada hospital tenía su banco de donantes. Bajo la supervisión de Isidro Prat, nació entonces un centro con carácter provincial para ahondar en la seguridad de sangre y hemoderivados.
En 1992 se puso orden en el almacenamiento de huesos, tendones y tejidos, que hasta entonces los cirujanos conservaban en congeladores cerca del quirófano. Eran los primeros pasos del Banco de Tejidos y un salto en la calidad del material biológico para miles de operaciones. Tres años más tarde, se ampliaba también al almacenamiento de córneas y de piel.
Cada avance científico supuso un reto para Prat, Hernández y su equipo. Unidos dominaron cada técnica para ponerla al servicio de los enfermos y de salvar vidas. Juntos dieron también respuesta a las exigencias legislativas para garantizar la seguridad del paciente.
El Centro de Transfusión siguió creciendo y en 1995 sumó el Banco de Sangre de Cordón Umbilical porque se descubrió que las células madre de lo que hasta entonces era un desecho curaba leucemias y patologías de la sangre. Primero tuvo carácter provincial y luego se convirtió también en el de Andalucía, Castilla-La Mancha y Murcia.
También en ese año se puso en marcha un banco de semen para que los varones que se iban a someter a tratamientos agresivos que podían destruir su fertilidad congelaran su esperma para ser padres en el futuro. Las tres décadas de trabajo de ambos y de los profesionales dirigidos por Prat han supuesto un constante crecimiento del centro. En 2010, el equipo afrontó el desafío de las terapias avanzadas, que consistían en multiplicar en laboratorio células de valor curativo para administrarlas luego como fármacos biológicos.
En 2015 hubo otro aldabonazo. El Banco de Tejidos pasó de provincial a ser el de Andalucía oriental. Y aprovechando el cambio, se creó el Banco de Ojos –también para esa área de la comunidad– a fin de abastecer de córneas para trasplantes a los oftalmólogos. Tanto creció el centro que ahora se llama de Centro de Transfusión, Tejidos y Células. Ambos se han jubilado dejando otro hito encaminado: el centro ya tiene la autorización para congelar tejido ovárico a fin de que las niñas enfermas de cáncer puedan ser madres en el futuro.
Son muchos los hitos alcanzados. Logros de Prat, Hernández y de su equipo. Un legado profesional que merece el premio Malagueños de hoy y que deja alto el listón para sus sucesores.
Miles de beneficiados de una labor silenciosa
Como despensa logística de operaciones, tratamientos y trasplantes, el Centro de Transfusión –en el que Isidro Prat y Maricarmen Hernández fueron piezas fundamentales– ha beneficiado a miles de pacientes. Bastan dos ejemplos. Uno, Rodrigo, el niño que fue el primer trasplante de células madre de sangre de cordón del banco malagueño. Prat y Hernández fueron los hematólogos que llevaron la sangre procesada en Málaga para el trasplante que se hizo en el Hospital Vall d’Hebrón, de Barcelona. Fue en 1998. Aquel bebé que se salvó por ese tratamiento acaba de terminar Derecho. Otro caso, el de Ainhoa, la hija que una pareja pudo concebir gracias a la congelación del esperma del marido antes de que se sometiera a un tratamiento oncológico. Rodrigo y Ainhoa son apenas dos historias. Pero son suficientes para demostrar el lado humano de los avances médicos y el resultado del compromiso de Prat, Hernández y todo su equipo mediante una labor silenciosa en beneficio de miles de pacientes.
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