Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Málaga/Si hay un curso escolar que lleva aparejado a su número ordinal un plus extra de tensión ese es segundo de Bachillerato. Final de etapa, notas que cuentan para elegir la futura carrera universitaria y, sobre todas las cosas, la antigua selectividad. Hacer una prueba externa frente a un tribunal en un lugar desconocido todavía pone nerviosos tanto a estudiantes como a profesores. Pues este año mucho más.
La crisis sanitaria del coronavirus ha supuesto una vuelta de tuerca, la multiplicación de la incertidumbre, la ecuación perfecta para mantener en vilo a los más de 7.000 estudiantes que suelen presentarse a la prueba cada mes de junio. Con poca información todavía y afrontando el reto de la docencia a distancia casi a ciegas, se preparan en un momento clave.
Lourdes Hijano es profesora de Lengua y Literatura del instituto Fernando de los Ríos. “Esto nos ha desbordado a todos, de un día para otro te encuentras con una situación nueva”, comenta. Su gran preocupación es segundo de Bachillerato porque “necesitan muchísima orientación y se juegan tanto en este momento, en un tercer trimestre en el que se termina el temario y se refuerza lo que ha quedado atrás...”, explica la docente. Así que para ella, lo más importante de todo fue establecer el contacto con los alumnos, ver “cómo podía hacerme presente sin estar físicamente con ellos”.
Estimando que el confinamiento no iba a ser de solo dos semanas, planificó toda la agenda del curso y contactó con los estudiantes para aliviar un poco su desconcierto que es, considera, el peor enemigo. “Ante esa situación lo único que podíamos adoptar era compromiso, yo a estar pendiente y ellos a tener una respuesta, a estar activos al otro lado e ir respondiendo a lo que les iba pidiendo y la verdad es que están funcionando muy bien”, indica Lourdes.
Ya usaba Google Drive para compartir documentos, comentarios de texto y trabajos. Añadió Google Classroom para ir colgando tareas y planificando su día a día y Meet para las clases virtuales. “Estoy dando la materia como si estuviéramos en el centro, he terminado prácticamente el temario, intentando sustituir mi presencia con estos recursos”, indica.
Y lamenta que a estas alturas de curso se sepa tan poco tanto de la evaluación final de este curso como de la prueba de acceso a la universidad. “Solo sabemos la fecha de Selectividad que está puesta, que podía flexibilizarse la prueba pero ni instrucciones, ni nada, ni si se va a reducir el temario o van a dar más opciones en las distintas preguntas”, apunta Lourdes.
Marina Cabeza es profesora del IES Puerto de la Torre, donde imparte Lengua y Literatura a segundo de Bachillerato. “Desde un primer momento se supuso que en Bachillerato no iba a haber ningún tipo de variación del contenido porque nos preparamos para una prueba externa”, indica y destaca que en estos días ha terminado el bloque de contenidos.
“Trabajo a través de Classroom y videoconferencias, doy un clase como en el instituto pero en el ordenador, tengo en casa una pizarra o comparto la pantalla del ordenador y así voy trabajando el texto, la oración”, explica.
La profesora había dado cursos de formación sobre estas plataformas digitales pero nunca las había aplicado como ahora. “Afortunadamente se me dan bien las tecnologías, pero los primeros días me sentía un poco torpe”, confiesa. Y apunta que la dificultad mayor en su grupo es que “no todos tienen una conectividad como se esperaría, tiran de los datos del móvil porque no tiene wifi, algunos tienen poca cobertura, me ha costado un poco que se conecten y sigan el ritmo de trabajo”.
La incertidumbre se ha convertido en la principal compañera de los alumnos. “Me preguntan por la fecha, las modificaciones de la prueba, pero saben que ni los profesores tenemos nada claro, así que lo mejor es que se tranquilicen y que acudan siempre a las fuentes oficiales”, les aconseja la profesora a la espera de que se publiquen en BOJA las instrucciones de la Consejería de Educación para este curso.
Otra cosa que les ha quitado, o por lo menos aplazado, el coronavirus es su viaje, su graduación, su fiesta de final de etapa. “Es un cúmulo de cosas que anímicamente les pasa factura, a pesar de todo el grupo está funcionando bastante bien, siguen las clases, asisten virtualmente y me entregan los trabajos”, concluye.
En el instituto Santa María de los Ángeles, la cooperativa de profesores que lo conforman ya trabajaba desde 2016 con los recursos educativos de Google aunque las clases fuesen presenciales. Ahora con el confinamiento, “todos los profesores de Bachillerato estamos dando las clases a la hora establecida con videoconferencias, lo hacemos con Meet, algunos grabamos la clases para que puedan volver a ellas cuando sea y tenemos muy pocos casos de estudiantes que no tenían ordenador en casa, pero a estos les estamos prestando recursos del centro”, señala Begoña Carramolino, profesora de Economía y secretaria del centro.
“En segundo de Bachillerato se están dando todos los contenidos marcados desde principios de curso y estamos esperando las instrucciones de la Consejería, tenemos una idea de cómo va a funcionar la evaluación, por ahora estamos corrigiendo actividades y tareas y está siendo evaluación continua, pero en caso de tener que hacer exámenes estamos trabajando para ver cómo serían las pruebas a distancia con los recursos que estamos acostumbrados a utilizar”, agrega Begoña.
La ausencia de clases presenciales supone mayor compromiso por parte del alumno, considera la profesora, “pero tenemos suerte, se nos están descolgando poquísimas personas, los tutores están en contacto con las familias y los que normalmente acudían a clase se siguen conectando, el alumnado está demostrando una actitud bastante positiva”.
Para los docentes “la novedad ha sido el dar clases por videoconferencia, pero poco más”, señala Begoña. Eso sí, es conscientes de que para asignaturas como Matemáticas, Biología o Química está siendo un poco más complejo. Nada que las ganas por hacerse entender y la accesibilidad para resolver dudas no pueda solventar.
En el otro lado de la pantalla están los jóvenes estudiantes ansiosos por terminar un año que está siendo especialmente complicado. La presión es mucha ya en condiciones normales y ahora se eleva más que la famosa curva de la epidemia. Claudia Murante es alumna del IES Concha Méndez Cuesta de Torremolinos.
“Nos están mandando por Classroom actividades y apuntes, y si no entendemos algo nos comunicamos por allí, así puedo sacar adelante una asignatura como Historia pero Matemáticas me cuesta más y sin la ayuda de mi profesora no es lo mismo”, comenta y destaca que realiza muchas más búsquedas en Internet que antes.
“Estamos trabajando más que en el instituto, cuesta más porque tengo que buscar, entenderlo por mí misma, te da cosa estar siempre preguntando a los profesores, fuera de horario, porque puedes parecer pesada, no es tan cómodo como en la clase aunque mis profesores me dicen que están ahí en todo momento”, sostiene la alumna.
Se ha establecido una rutina, se levanta temprano y a la las 9:30 ya está sentada delante del ordenador para trabajar durante toda la mañana. También dedica un rato por las tardes. “Las primeras semanas estuve súper agobiada, ahora estoy más relajada, me he acostumbrado más al sistema”, reconoce y señala que “nos estaban mandado muchos deberes y estudiar para exámenes que íbamos a hacer a la vuelta”, agrega. Incluso tuvieron que grabarse para una de las asignaturas realizando una presentación oral de un tema con el pelo recogido para que el profesor se asegurara de que no llevaban un pinganillo.
Ahora se están centrando en actividades y trabajos que evalúan, aunque aún no les han dicho cómo van a ser las calificaciones de este trimestre. “Un año tan importante, el último, con todo el nerviosismo y el agobio de la selectividad para que ahora se alargue en el tiempo y nos quitan nuestra graduación y tiempo de vacaciones”, protesta. Pero también es lo suficientemente madura para reconocer que “nadie se esperaba esto, un cambio tan brusco de un día para otro, al principio hubo mucho descontrol, es lógico”.
Rafa Valencia estudia en el colegio Los Olivos. Utilizan también plataformas digitales, una de la editorial SM pero sobre todo Classroom, han dado explicaciones, temario y también han hecho exámenes, “aunque no con tanto peso como cuando los hacíamos en el colegio”, comenta.
“Al principio pensaba que era un fastidio, creía que me iba a costar más trabajar en casa y aguantar el ritmo, pero no he visto que me haya perjudicado mucho”, reconoce Rafa. “Creo y espero que esto no nos pase factura, pienso que están dando el temario que deben y si lo entiendes y trabajan creo que estamos yendo bien preparados para Selectividad, pero es verdad que hay gente que tiene otro punto de vista y esté más preocupado por el tema”, señala.
Rafa afirma que “los profesores tampoco nos quieres agobiar, así que estoy trabajando prácticamente lo mismo, están respetando el ritmo que teníamos antes”. Lucía Gutiérrez, compañera de centro, destaca que “al principio había un poco de descontrol, los profesores ni siquiera sabían cómo iban a evaluar las asignaturas, porque no tienen una información clara, algunos dicen que nos van a evaluar con exámenes on line, otros trabajos”.
También apunta que trabajaban ya en clase con iPads y quedaba poco por dar. “Están haciendo vídeos, videoconferencia y se están apañando bien”, estima la alumna. Pero eso no quita que se sienta “bastante preocupada”. La enfermedad le inquieta, porque pueda contagiarse antes o durante la prueba de acceso en la UMA. También, como no, por la nota.
“No sabemos cómo va a ser la tercera evaluación ni la selectividad, si habrá más opciones a elegir o cómo será el examen”, añade. Lucía quiere estudiar Ingeniería del Software y lleva buenas notas pero la incertidumbre le hace que en su interior “no me esté preparando como creo que debería”.
Sus compañeros están casi igual. “Hay algunos que tienen más carga, porque necesitan más nota, otros están más relajados, depende mucho de la carrera que quieran hacer. Otros se van a estudiar fuera de Málaga, a Madrid, y están preocupados por la solicitud de la matrícula”, indica la estudiante.
Probablemente en septiembre sea su graduación y en esa fiesta podrán celebrar el éxito del esfuerzo, la capacidad de adaptación al cambio, el logro de hacer realidad sus metas con trabajo. Sea este en un aula o desde la mesa camilla del salón.
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