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Joaquín Aurioles
Los inventarios de diciembre (1)
Opinión | Territorio Comanche
Málaga/EL pasado sábado, los pasajeros del supercrucero Wonder of the Seas debieron tener una experiencia parecida a esta que les describo, a modo de alegoría. Seguro que conforme fueron aproximándose, el capitán del barco les debió explicar que lo que se veía desde el mar, patrimonio cultural de romanos, árabes y cristianos, todo en apenas 300 metros, se iba a ir al carajo porque íbamos a colocar en mitad de la bahía un mamotreto a modo de icono que sería lo mejor del mundo mundial, y al que no habría romano, árabe o cristiano que se atreviera a chistarle.
Justo después de haber atracado, la tripulación les explicaría que ese faro tan original que había a la entrada del puerto, en realidad se denominaba por estas tierras farola, que lleva construida una pila de años, y que es una referencia en Málaga, por lo que el Ministerio de Cultura pretende declararla Bien de Interés Cultural.
Una locura, a juicio del alcalde, y del presidente de la autoridad portuaria, entre otros, que acusan a dicho Ministerio de querer ralentizar la construcción del The mamotreter of de Bay que ese sí que va a ser un icono en condiciones. Por cierto, el mismo Ministerio que dice que semejante mamotreto no tiene impacto en el paisaje cultural, si te pones mirando para de Velez de Benaodalla, claro.
Una vez el pasaje hubo desembarcado, ya en el autobús y de camino a la Málaga Sostenible 27, esa que ya le ha dado la vuelta a Barcelona o no, debieron pasar por los muelles 1 y 2, momento en el que les saltaría en el móvil el “politono pelotazo”, como explicación a algunos de los espectáculos que disfrutarían a lo largo del día.
Unas criaturillas que se movían como si fueran normales, pero al otro lado de una valla como referencia de segregación social, no fuera a ser que se les ocurriera mezclarse con los muy dignos ciudadanos del taco. Los de los megayates. Los nuevos amparados por el alcalde y su amiguito el del puerto.
También habrían sido informados de un plan que se han inventado al margen de cualquier tipo de ordenamiento, naturalmente, mediante el que una ampliación de espacio ciudadano, absolutamente necesaria, va aparejada de un superpelotazo de más de 450 millones de euros, correspondientes al soterramiento del eje litoral, para que los vehículos emisores de dióxido de carbono vayan escondidos bajo tierra en una sutil interpretación del concepto sostenibilidad, y otras actuaciones güenísimas, que pretenden que se pague de aquella manera, es decir, pa entendernos, que lo paguemos nosotros, ya sea por activa o por pasiva. Pero es por nuestro bien, así que solo queda esperar, que seguro-seguro será un éxito como todos los del hit parade del alcalde.
Seguro que cuando los pasajeros se bajaron de los autobuses y quisieron ver la ciudad, en realidad lo que encontraron fue un escenario tipo masterché, con gran alivio por su parte, porque al menos dedujeron que hambre no iban a pasar. Pero claro, si decidieron comprar cosas típicas de por aquí, deberían abandonar la idea, al comprobar la sola presencia de un franquiciodromo, propio de cualquier ciudad de cualquier país del mundo, del que también se ha apropiado el turismo de despedidas de soltero/a, que parece ser que últimamente viene dando caché a estas ciudades sostenibles y referentes culturales mediterráneas. De la contaminación acústica hablaremos otro dia.
En su paseíto por el centro, pudieron comprobar una estación de Metro sin Metro, porque lo están peinando. Un río sin río, porque en su tramo urbano no sabemos si vamos a alicatarlo, a puenteplacearlo, o si en la máxima expresión de la sostenibilidad vamos a dejar que la naturaleza haga lo que quiera, que yastabien de tomar decisiones.
Y fue ahí cuando se encontraron una figura extraña, como si fuera el esqueleto de un Pterosaurio que se había escapado de Parque Jurásico. Los malagueños, esos pequeños seres semovientes con apariencia de normalidad que siempre están al otro lado de la valla, recibiendo las bondades de los del taco, la denominaban pérgola, y decían que había aparecido allí por arte de birlibirloque, que a pesar de que estaban en contra de la misma porque de un momento a otro el Pterosaurio iba a asaltar la Iglesia de Santo Domingo, el alcalde con su contundencia y decisión características se había comprometido a quitarla, “pero no hoy…mañana”, atendiendo al famoso azulejo de los bares del “hoy no se fía, mañana sí”. La pérgola la hemos pagado todos los malagueños, pero ahora no sabemos quitarla. ¡Qué cosas!
Los visitantes también podrían haber comprobado como a ambos lados del río Guadalmedina se alzaban los denominados The mazacoters of de river constituidos por dos moles de cemento que eso viste mucho y es mu modenno.
Nuestros insignes visitantes, con objeto de determinar si algún lugar de la ciudad había podido albergar soluciones basadas en el sentido común se desplazaron hacia la periferia, y fue ahí donde se percataron que se habían salido del escenario. Estaban fuera de foco. Así que ni franquicias ni Pterosaurio. De nuevo politono pelotazo. Puro y duro. Si nos sobran los malagueños del Perchel o de Santa Julia, los desahuciamos, aunque lleven viviendo en su barrio toda su vida, que a alguien le vendrá bien. Pisos turísticos. Qué pillines.
Si la barriada de Carretera de Cádiz es, con diferencia, la más densamente poblada, y la que menos zona verde por habitante posee, lejos de permitirles que tengan un bosque urbano en una parcela de suelo contaminado por combustibles fósiles, y que los vecinos se lo están currando mediante revegetación, lo que hacemos es plantar más mamotretos para los que vamos a traernos a arquitectos de los güenos-güenísimos, esos que tienen que descubrirnos, no vaya a ser que pretendamos ser nosotros mismos.
Y así ya en las afueras de Málaga, pudieron comprobar como los terrenos destinados a la madre de todos los pelotazos, coinciden con la ocurrencia de la sede de la Expo del 27, cuyo lema es la sostenibilidad urbana como no puede ser de otra manera. La zona colindante es un auténtico hervidero basado en la especulación, ya saben, sostenible y esas cosas. Pero todos muy contentos, porque aún a nadie se le ha ocurrido hacer navegable el Arroyo de las Cañas, permitiendo a los megayates atracar también en ese ambiente. Al cabo, ahí ya van a atracar los demás.
Y en toda esta meditada operación, si sobran malagueños, el alcalde, a modo de faro de Alejandría, ya ha marcado el itinerario, y es que se vayan a vivir a las poblaciones limítrofes, que ya está bien eso de que haya tanto malagueño en Málaga. Y así podrán seguir pasando los cruceros, que al fondo hay sitio. Lo llaman modelo de ciudad. Tela marinera.
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