Carta de amor a Gerard Piqué
Calle Larios
Tú no les hagas caso, son unos desagradecidos, así te pagan que los pongas en el mapa y que contribuyas a que hablen de Málaga en todo el mundo mientras esperan tu magnífico hotel como perritos falderos
Málaga: no es gran cosa
En la Málaga de papel
Málaga/Querido Gerard Piqué, te escribo preocupado por tu estado de ánimo y con la mayor confianza en que te encuentres bien. Como malagueño, me produce el mayor rechazo la manera en que mi ciudad te ha tratado después de la broma aquella de la Plaza del Obispo. Soy consciente de que las palabras tan duras que te han dirigido son profundamente injustas y de que te habrán sentado mal, aunque, créeme, no tan mal como a mí. Me gustaría tener mayor representatividad y autoridad para poder pedirte el más sincero perdón en nombre de Málaga, pero sólo puedo hablar por mí, así que recibe estas palabras como un intento de reparación sólo en lo que a mí respecta. Leo otra vez las declaraciones del alcalde, Francisco de la Torre, y me lleno de la más profunda indignación: “Pediremos a Piqué que haga cosas más interesantes que hacer gamberradas en la ciudad”. Pero, ¿qué manera es esta de dirigirse a un hombre como tú, cuando esta ciudad debía haberte erigido un monumento en la calle Larios hace ya muchos años? Y se atreve, encima, a darte lecciones: “Esta no debería ser una escuela de gamberradas, sino de formación de los estudios, de comportarse”. Madre mía, pero ¿es que acaso te ha confundido con José Antonio Marina o con una monja de clausura? Y dale con lo de las gamberradas, menuda afrenta a alguien que ha hecho tanto, tantísimo, por Málaga, alguien a quien esta ciudad debería mostrar agradecimiento cada minuto. He visto también comentarios en las redes sociales y de verdad te recomiendo, por tu propia salud, que no entres ahí ni les sigas el juego. Esos malagueños parecen especialistas en darles la mano que les da de comer. Es increíble, de verdad: animaste a aquellos chicos a que se metieran en la fuente de la Plaza del Obispo a cambio de entradas para la Kings Cup, ellos se metieron, se lo pasaron en grande, se llevaron sus entradas y, de paso, señalaste el nombre de Málaga bien clarito en el mapa, que es lo que esta ciudad necesita. Y, ya ves, el alcalde dice que eso es una gamberrada y los fundamentalistas de siempre te acusan de perpetrar un ataque contra el patrimonio. ¡Pero qué sabrán ellos! ¡Si hasta te ofreciste a pagarles la sanción si los multaban! No se puede responder con más mediocridad a tanta generosidad. Y luego, cuando los animaste a que se tiraran de un quinto piso, por lo que hasta algún periodista te reprendió y mira que a mí me llevaron los demonios por eso, todo el mundo puso aquí el grito en el cielo, que si podía ser peligroso, que si estabas incitándoles a cometer conductas graves. ¡Nadie pareció darse cuenta de que estabas bromeando, de que se trataba de puro cachondeo, nada más! Ahora bien, ¿cuántos turistas visitarán Málaga en los próximos meses, en los próximos años, animados por lo que has hecho? ¿Cuántos ingleses, alemanes, italianos o franceses a los que les gusta meterse en las fuentes públicas verán el vídeo y se animarán a viajar a Málaga para jugar a su juego favorito? Y luego, bien que se aprovechará de ello la hostelería y bien que presumirán en los balances turísticos de cómo salen las cuentas. Ya verás cómo entonces el alcalde no habla de gamberradas. ¿Qué pasa, que la fuente es muy antigua? ¡Pues que la cambien!
Sé por lo que estás pasando. Que te acusen de hacer el gamberro es un mazazo difícil de soportar. Menuda injusticia, con todo lo que has invertido para construir el hotel que vas a levantar nada menos que al lado de la Plaza de la Merced, un hotel de cinco estrellas en el corazón de Málaga, ¿es que acaso puede recibir Málaga un regalo mejor? Mira, ¿sabes lo que pasa? Que esta ciudad está anclada en el pasado. Se escandaliza por unos chavales que se meten en una fuente porque es incapaz de avanzar. Málaga está llena de agoreros, de integristas, de turismófobos o como quiera que se llamen, de los del no a todo, de los que torpedean cualquier proyecto, de los que se quejan de que van a hacer un rascacielos en el puerto o de que hay demasiados apartamentos turísticos. Gente de baja estofa, ya sabes, unos verdaderos merdellones que luego van de remilgados porque los chicos que vienen a pasarlo bien en sus fines de semana se quitan la camiseta, arman jaleo hasta tarde, destrozan el mobiliario, celebran sus despedidas de soltero con sus megáfonos y se mean en los portales. ¿Y qué quieren que hagan, ir a misa? ¿O que se metan en los museos que han hecho para los viejos? Porque luego son los chicos los que nos tienen las terrazas llenas. Y, por cierto, ya podrían instalar más, en el centro queda sitio de sobra y en las que hay ya no se cabe. Pues bien, lo que realmente desea esa gente es volver a lo de antes. Para eso trabajan. Para que nos veamos otra vez en aquella ciudad oscura, gris, sucia, tercermundista, sin alegría, en la que nadie se metía en las fuentes, en la que no se regalaban entradas, en la que nadie echaba unas risas por ver quién era el primero en tirarse del quinto o en darle la mano a un agente de policía. Ya te digo yo que cuentan con mi más ferviente oposición. Málaga necesita de hombres como tú, de empresarios valientes como tú, de gente chispeante y creativa que la ponga donde tiene que estar, en lo más alto. Vete tú a Nueva York, a Londres o a Roma y a ver las pegas que te ponen por meterte en una fuente. Pues eso. Es que en Málaga no aprendemos. Somos así de catetos.
Yo sólo espero, querido Gerard Piqué, que ni las palabras del alcalde ni las reacciones de tanto indignado de pacotilla hagan mella en tu buen ánimo. Ojalá animaras a la gente a meterse en la fuente de la Plaza del Obispo todos los días. Entonces sí que tendríamos el éxito que nos merecemos y jugaríamos en Primera. Cuando vayan en tu busca como perritos falderos, a inclinarse delante de ti y agradecerte tu magnífico hotel, ya tendrás motivos para reírte. Yo ya espero el día con ganas. Me despido de ti hasta entonces. Afectuosamente tuyo.
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