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Cementerio Inglés de Málaga
Málaga/Las alarmas sonaron ya a finales del pasado mes de enero, cuando la Fundación Cementerio Inglés anunció que el enclave se veía obligado a cerrar sus puertas de lunes a viernes ante la imposibilidad de asegurar los 30.000 euros anuales que cuesta su mantenimiento. Si la situación para el recinto, sostenido exclusivamente a base de donaciones de los ingresos que generan las visitas, venía ya siendo delicada desde hacía años muy a pesar de su declaración como BIC en 2012, la pandemia vino a poner la puntilla a una coyuntura insostenible.
El anuncio generó ciertos movimientos inmediatos que parecían prometedores pero que terminaron en nada: el alcalde, Francisco de la Torre, se comprometió a buscar y fomentar la participación de empresas con actividad en la Costa del Sol, principalmente británicas, para que contribuyesen económicamente a la supervivencia del camposanto, ya fuese dentro o fuera del organigrama de la Fundación Cementerio Inglés. De la Torre recordó que el Ayuntamiento ya colaboró en la creación de esta misma fundación en 2006, pero nunca llegó a integrarse en la misma.
Precisamente, pocos días después del anuncio del cierre, los responsables de la fundación mantuvieron una reunión con la concejal de Cultura, Noelia Losada, con la posibilidad de la creación de una fundación municipal sobre la mesa; y, aunque el encuentro terminó con algunos compromisos asumidos por la Concejalía, tal opción volvió a quedar en suspenso. Ahora, la entrada en juego de la Fundación Unicaja, con el acuerdo suscrito este viernes con la Fundación Cementerio Inglés, permite albergar esperanzas bien fundadas respecto al futuro de un enclave único en España y testigo esencial de la historia de Málaga en los últimos dos siglos. Esperanzas que pasan por la proyección del cementerio, su mejor adecuación y rehabilitación, la garantía de su viabilidad económica y su integración definitiva en la vida social y cultural de Málaga.
Creado en 1831 bajo la advocación de San Jorge por empeño del cónsul británico William Mark para garantizar las mejores condiciones para los enterramientos de la población protestante de Málaga, condenada a despedir a los suyos en la arena de la playa, a merced de los perros, dada la exclusividad católica de los camposantos, el Cementerio Inglés de Málaga es el primer cementerio para heterodoxos de la Península Ibérica.
El primer enterramiento tuvo como protagonista a un marinero británico llamado George Stephens, y en el mismo 1831 tuvo aquí su sepultura el militar Robert Boyd, fusilado por su participación en la insurrección liberal de Torrijos. En los años posteriores llegaron los marineros fallecidos en el naufragio de la fragata alemana Gneisenau y personalidades (principalmente escritores) como Jorge Guillén, Gamel Woolsey, Gerald Brenan, Aarne Haapakoski, Marjorie Grice-Hutchinson y, en última instancia, el dramaturgo Miguel Romero Esteo, fallecido en 2018 y cuyos restos descansan en los nuevos columbarios. La memoria se extiende aquí, eso sí, como un árbol de poderosas raíces a menudo imprevistas, tal y como delata el reciente hallazgo de un refugio de la Guerra Civil en el mismo interior del camposanto que, previsiblemente, será objeto de investigación arqueológica.
No obstante, el elemento más sobrecogedor sigue siendo el núcleo original del camposanto, con sus tumbas cubiertas de conchas y las lápidas que dan cuenta de fallecimientos infantiles a cuenta de las sucesivas epidemias. Los gatos reinan a sus anchas en los hermosos jardines, como un trozo de Norte incrustado en esta excepción mediterránea con fabulosas vistas al mar. En la hermosa capilla anglicana de San Jorge, que recuperó el culto hace unos meses tras los estragos de la pandemia, los mensajes reciben a fieles y visitantes con amabilidad bilingüe: "Todos son bienvenidos".
Los cónsules británicos que sucedieron a William Mark fueron destinando distintas partidas al Cementerio Inglés de Málaga para su sustento hasta 1903, cuando el Gobierno de las Islas decidió desentenderse. El recinto quedó por tanto abandonado a su suerte, en una degradación creciente hasta la constitución en 2006 de la fundación titular, que tiene a los Consulados Británico y Alemán como patronos natos aunque sin contrapartidas económicas por su parte.
En los últimos años, la misma institución ha puesto sobre la mesa planes como la recuperación de la flora original de los jardines (con la excepción de especies invasoras cuyo cultivo está ahora prohibido) con la colaboración del Jardín Botánico de La Concepción que han quedado aparcados a la espera de un cable financiero que permita su materialización. Desde la misma Fundación Cementerio Inglés lamentan la oportunidad perdida que entraña el abandono de un espacio que tantas oportunidades ofrece a nivel cultural y turístico y localizado, para colmo, frente a las puertas del Hotel Miramar. Corresponde ahora que el nuevo capítulo abierto continúe de la manera más gloriosa para el Cementerio Inglés, Málaga y su memoria.
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