La obra del Metro se eterniza en la Alameda
Infraestructuras
Pasan cuatro años desde que se puso en marcha el contador de la obra del tramo Guadalmedina-Atarazanas
El plazo inicial fijaba la terminación de la construcción del túnel y la reposición en superficie en julio de 2017
Pasan ya 20 meses sin que haya una fecha cierta de terminación
Cuatro años y un día después del arranque oficial de la obra del Metro en el tramo de la Alameda, su terminación sigue lejos de ser un hecho. La firma del contrato entre la Junta de Andalucía y la unión temporal de empresas formada por Acciona y Sando, a la que se adjudicaron los trabajos del tramo Guadalmedina-Atarazanas, puso en marcha una cuenta atrás que, conforme a los compromisos contraídos por la parte privada, tendría que haber culminado 28 meses después.
Ello implicaba que la terminación de las fases de infraestructura, vía y urbanización del tajo, de 295 metros, tendría que haber sido una realidad a finales de julio del año 2017. Por el contrario, 20 meses después de esa fecha la actuación sigue incompleta, sin un calendario cierto respecto al día en que esta parte de la operación estará completada.
La quiebra a la que se ve sometida esta parte del trazado ferroviario hace que ni tan siquiera sea posible alcanzar los últimos hitos asumidos oficialmente por parte de la Consejería de Fomento. El último de ellos sitúa a lo largo del próximo mes de abril la fecha de terminación de la obra civil y la reposición en superficie de este tajo. Así quedaba enmarcado en la segunda prórroga negociada y acordada con las adjudicatarias en julio del año pasado, cuando se asumía la necesidad de validar una ampliación de los plazos de 9,5 meses.
Una extensión que, a diferencia de la primera alteración del plazo, sí trajo consigo una sobrecoste en la inversión. En concreto, según los documentos oficiales, de 1.753.193 euros (algo más de 2,1 millones con IVA). Con toda seguridad, los nuevos responsables de la Agencia de obra Pública de Andalucía tendrán que tramitar y validar una nueva prórroga temporal.
Oficialmente, desde la Administración regional se elude poner plazos de acabado en esta parte recorrido del suburbano, especialmente sensible por su incidencia sobre el centro neurálgico de la urbe. Lo único que se mantiene, al menos de momento, es la previsión de que los trenes llegarán a la futura estación Atarazanas, que estará localizada en el cruce de la Alameda con Torregorda, a finales de 2020.
Un hito que, inevitablemente, hay que poner en duda dados los tiempos en los que se desarrolla la obra ya en marcha y el retraso que se acumula en la licitación y contratación del resto de fases de la intervención, incluyendo las instalaciones y sistemas, así como la arquitectura de la estación.
La Alameda es un ejemplo más de cuanto viene ocurriendo con el proyecto del Metro desde sus inicios. No hay plazo que se haya cumplido en los ya casi trece años de historia de su construcción. Ni una sola de las piezas que componen el gigante puzle del suburbano ha sido colocada en el momento en que estaba previsto. Por eso el Metro nunca operó en febrero de 2009, ni en noviembre de 2011... Ni en todas las fechas posteriores. Lo hace y de manera incompleta (desde el Martín Carpena y la ampliación de la Universidad hasta Renfe) desde julio de 2014.
38 millones de euros
Coste que ya alcanza el tramo tras varias alteraciones que han incrementado en 11 millones el valor de adjudicación de la obra
Y en la misma medida en que el calendario dejó de ser una guía hace mucho, también dejó de serlo la hoja de cálculo en la que se refleja el coste de construcción. Los alrededor de 360 millones de euros que iba a costar ejecutar en su totalidad las líneas 1 y 2, en aquel entonces con el barrio de la Malagueta como punto final de recorrido, se acabarán aproximando más a los 750 o 800 millones una vez quede culminada red pactada (sin la llegada en superficie hasta el entorno del Hospital Civil).
También en el tramo Guadalmedina-Atarazanas la variación económica es considerable. Los 26,62 millones de euros de la oferta formulada por Acciona y Sando se han transformado ya en unos 38 millones tras la aprobación de tres proyectos complementarios en el devenir de los trabajos, más la prórroga temporal última. Variaciones que justifican, a ojos al menos de la Administración regional, la dilación en los plazos marcados.
Alteraciones en los desvíos de tráfico y de servicios que ha habido que realizar, la mayor envergadura en la actuación arqueológica (incluyendo la salvaguarda de parte de los restos del antiguo fuerte de San Lorenzo) y la sustitución del viejo colector procedente de la calle Carretería. Un cúmulo de imprevistos que ha alterado todas las previsiones, que siguen estando sujetas a nuevos 'sobrevenidos', como es el caso de la obra de reurbanización del lateral norte, que la Junta se ha comprometido a desarrollar de acuerdo con el proyecto diseñado por el Ayuntamiento (supone la peatonalización del eje entre el puente de Tetuán y la calle Larios) y que, como poco, implicará un añadido de unos 400.000 euros.
La panorámica actual de la avenida es la de un gran salón levantado en obras, un escenario acotado por vallas en el que el discurrir del peatón se convierte casi en una gymkana y el simple gesto de atravesar la calle de lado a lado es toda una odisea. Esta es la realidad con la que se convive en la Alameda desde hace ahora cuatro años. Y que aún se mantendrá algún tiempo más. No alcanza aún la dimensión de lo sucedido con el tajo de Callejones de El Perchel, reactivado a mediados de 2018 tras casi tres años de parón, y que acumula ya más de nueve años desde que entrasen por vez primera los operarios. Pero el de la Alameda empieza a ser un tramo con aspiraciones a eternizarse.
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