Documentales en el Festival de Málaga: El cine de la verdad, el talento próximo, la mirada libre

Los realizadores andaluces Chus Gutiérrez, Mateo Cabeza, Luis José Grande, Kike Mesa, José Luis Hernández, entre otros nombres propios, presentan sus películas en el Festival de Málaga

Mateo Cabeza, Chus Gutiérrez y Luis José Grande en el Teatro Cervantes.
Mateo Cabeza, Chus Gutiérrez y Luis José Grande en el Teatro Cervantes. / Álvaro Cabrera

Málaga/Aunque la programación del Festival de Málaga lleve años siendo inabarcable, los documentales siempre han tenido una consideración especial. A pesar de ser “los hermanos pobres” en cuestión de financiación y de no estar lo apoyados que debieran en cuanto a distribución y difusión, los realizadores alimentan el género con películas necesarias, fascinantes e incómodas, a veces, que retratan la realidad más próxima y ayudan a comprenderla mejor. En esta 23 edición, están presentes un buen número de realizadores andaluces, algunos de ellos en la sesión especial y otros a concurso.

El gaditano Luis José Grande ha traído a Málaga Por la gracia del hombre, un largometraje que ahonda en la controvertida película que Carlos Taillefer rodó hace 40 años, en plena transición, sobre las contradicciones de la Semana Santa de Málaga. “Vi la película en los 80 y me impactó mucho por su valentía y cuando vi que presentaban un libro sobre ella en la Feria del Libro de Cádiz lo abordé y empezamos a hablar, de ahí partió el documental”, explica Grande.

Rodaron en Málaga, donde se sumergió junto a su cicerone en el mundo cofrade y en los entresijos de Por la gracia de Dios, y presentaron la película en el Festival Alcances de Cádiz. También se vio en el Festival Internacional de Montevideo.

Al joven sevillano Mateo Cabeza le llamaban profundamente la atención las historias que albergaba un hospital infantil como el Virgen del Rocío de Sevilla. Se hizo voluntario y estuvo durante un año inmerso en el lugar. Allí conoció a Taha y a Ahmed. Una enfermedad renal hizo que este padre y este hijo viviesen durante cuatro años en habitaciones de hospital.

“Tuve una relación muy estrecha con ellos, entre los tres se creó un vínculo muy fuerte y me despertaron las ganas de filmarlo”, comenta el director de Paraíso. El guion se fue construyendo, fluyendo con sus protagonistas, creciendo durante el mes de grabación.

“Ahmed es un padre diferente y me interesaba mucho esa relación entre ellos, también la culpabilidad que sienten los propios enfermos por tener a sus familiares en esta situación”, indica Mateo. Y destaca que no solo está presente el tema social, también aparecen la espiritualidad, la religión, las contradicciones. “Son 20 minutos muy densos que te hacen reflexionar y plantearte muchas cosas”, agrega.

La cineasta Chus Gutiérrez presenta en Málaga Rol & Rol, una reflexión a través de diversas profesionales sobre el papel que desempeñan los medios de comunicación, la publicidad y la ficción en la construcción de modelos de rol femeninos y cómo estos modelos afectan a la manera de pensar de la sociedad.

“Cuando rodamos Retorno a Hansala había muchas mujeres en el equipo, así que al terminar, las de la aldea bereber fueron al consejo de ancianos para pedir participar en las cuestiones del pueblo”, relata Gutiérrez y señala la importancia de tener modelos y referentes femeninos. “Si la representación de la mujer sigue siendo estereotipada es muy difícil que la sociedad cambie”, agrega.

Rodó en Madrid, Valencia y Marruecos y mujeres del mundo de la prensa, la crítica, la política y la publicidad confeccionan una visión sobre los roles de género y de cómo se siguen cuestionando en una mujer muchas de las cosas que no se cuestionan a un hombre.

José Luis Hernández Arango presenta en Málaga Casas Viejas, 1933, “uno de los episodios más importantes de la historia reciente”, comenta. “El movimiento anarquista era muy fuerte y declaró una huelga a nivel nacional que fue sofocada por el Gobierno pero en Casas Viejas continuó, o bien porque no se enteraron, o porque tiraron hacia delante por la desesperación con los caciques”, relata el realizador.

La muerte de dos guardias civiles descontroló la situación y entraron las fuerzas de asalto asesinando a una veintena de personas, incluidos niños, que poco tenían que ver con los cabecillas de la insurrección, que habían huido al campo.

“Pero lo más importante de Casas Viejas no fue la represión sino que intentó ser ocultado por el Gobierno y la república de Azaña quedó muy tocada”, añade Hernández Arango. Y destaca que ha sido “un documental muy complejo de hacer” por el silencio que aún guardan los familiares de las víctimas.

Para estos realizadores el documental aporta una gran libertad narrativa y creativa. “Las reglas no son tan encorsetadas”, dice Chus Gutiérrez, aunque destaca las limitaciones a causa de la financiación. “El cine documental está muy denostado, aplastado por la ficción, a la que se le da más mérito”, opina Grande. “La historia se va construyendo en función de la empatía y todo lo que hacemos es muy personal”, concluye Cabeza.

"Se tiene que respaldar un poco más el documental, son maltratados en general, cuando es un patrimonio que no debe perderse", considera Hernández Arango. "La esencia del documental es que tiene que ser incómodo, decir verdades, si no es un reportaje o publirreportaje, Casas Viejas sigue ocurriendo a diario, gente que lucha por sus derechos y el estado la aplasta sin ningún tipo de piedad", agrega el realizador que demanda "dar voz a las personas que no pueden contar su verdad".

Uno de los fotogramas de 'Arboleda, ecos de paz', de Kike Mesa.
Uno de los fotogramas de 'Arboleda, ecos de paz', de Kike Mesa.

El malagueño Kike Mesa retrata la resurrección de Arboleda

Un encargo de la compañía Pensilvania Gold & Mineral llevó al realizador malagueño Kike Mesa a la Colombia más profunda, al sur de Medellín, en el eje cafetero. Allí conoció la realidad de un pueblo, Arboleda, que fue destruido por las FARC hace 20 años y “ahora está resurgiendo con las mujeres como principal motor”, comenta. Y uno de sus milagros es la banda de música, una de las más importantes del país. “La componen más de 40 niños y es maravillosa, algunos tienen que andar hasta dos horas diarias para ensayar en este lugar tan apartado, pero tienen una vocación alucinante y esto le ha subido la autoestima a nivel de municipio”, indica. Arboleda, ecos de paz es el título de su película que inicia ahora su recorrido por festivales. “El documental aporta la frescura, la proximidad, cuando esa historia es ficción necesitas una maquinaria que te distancia de ella”, subraya Mesa. El problema, dice, es que “acaba siendo el hermano pequeño del cine y no es así, tiene su propio nombre y apellidos, no puede considerarse como un género menor, los portugueses lo llaman el cine de la verdad”, aclara y defiende esta manera de narrar el mundo.

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