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Jornadas de Educación Pública
Málaga/Es un diálogo recurrente y bien habitual: “¿Qué estudias?” “Estudio música. Soy cantante y quiero dedicarme a la ópera”. “Y... ¿cómo piensas ganarte la vida?” Quien decide hacer de las artes su profesión está abocado a dar explicaciones de este tipo con frecuencia; y, por lo general, su determinación es percibida como la de alguien obstinado que ya se caerá del burro y terminará dedicándose a otra cosa o, directamente, como un marciano incapaz de poner los pies en el suelo. Esta incomprensión social no es una cuestión baladí, ya que tiene una traducción directa en el curriculum escolar, donde las enseñanzas artísticas encuentran cada vez menos espacio y menos ofertas. La Jornada de Educación Pública, organizada por Incide y la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, dedicó este lunes su tercera edición a la cuestión bajo el lema Educar desde el desarrollo de habilidades creativas; y, para ello, contó con dos protagonistas de excepción, que en su momento decidieron consagrarse a profesiones artísticas con gran éxito y que accedieron a compartir sus experiencias: el barítono Carlos Álvarez y el actor, músico, director y productor Fran Perea comparecieron en el salón de actos de la facultad ante un aforo formado por profesores, alumnos y futuros docentes, en un encuentro moderado por la periodista Teresa Santos.
Carlos Álvarez confesó que cuando decidió dedicarse profesionalmente a la ópera “la incredulidad era la respuesta más habitual”, pero dejó bien claro que “no podemos abandonar a su suerte a quien comparte estas inquietudes desde su infancia”. Así, se mostró tajante al reclamar “una mayor presencia de la educación artística en el curriculum educativo. Incluso de las humanidades en su conjunto. Desgraciadamente, el criterio predominante es hoy día el de un liberalismo económico que conduce cada decisión educativa a la posibilidad de hacer dinero, pero es importante que quien quiera desarrollar su vocación desde otros criterios pueda hacerlo. Yo siempre he animado a mis hijos a que estudien lo que les gusta. Desde cierta responsabilidad, por supuesto; pero asumiendo esa vocación como un proyecto que nos ayuda a dar lo mejor de nosotros mismos”.
Fran Perea, que compaginó en su momento los estudios de Arte Dramático con los de Biología “por aquello de hacer una carrera seria”, afirmó que su caso “es la demostración de que, si te empeñas, puedes conseguir tus objetivos. Pero es importante comprender que esto no se puede hacer a cualquier precio: yo quise ser actor profesional y me puse en marcha para lograrlo desde los valores que me habían inculcado en casa, el esfuerzo y una postura creativa a la hora de gestionar los cambios”. Y destacó que “la cultura es riqueza, algo que no deben olvidar las instituciones públicas y educativas”.
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