Eugenio Chicano: el ay se hizo lienzo
Arte
El pintor malagueño presenta en el Palacio Episcopal su última exposición, 'Aguatintas por seguriyas', homenaje al flamenco a través de sus letras en treinta acrílicos realizados este mismo año
Málaga/El primer dibujo corresponde al 30 de noviembre de 2017: aferrado aún al respirador de oxígeno, pidió papel y lápiz y trazó el perfil de un inmigrante recién llegado al Puerto de Málaga tras su rescate en alta mar. A partir de aquí, la historia correría hacia atrás. Su empeño era el de ahondar en las raíces del grito de quienes lo han perdido todo a través del mecanismo artístico que seguramente con más vehemencia ha expresado ese dolor: el flamenco. Eugenio Chicano (Málaga, 1935) hizo aquel primer dibujo en los brazos de una enfermedad grave cuya complicación inspiraba en los médicos los peores presagios, pero desde que fue capaz de sostener el lápiz comprendió que no había vuelta atrás en la medida en que había una deuda pendiente que ya no admitía demora. Superando incluso los pronósticos más optimistas, Chicano se puso manos a la obra con una determinación que no entendía de adversidades. En febrero de este año comenzó la primera pintura. Y así siguieron otras, a un ritmo titánico, hasta completar las treinta que antes, en los meses de obligado retiro, había pintado a su cabeza. La deuda a saldar no era otra que el flamenco, que tanto ha estudiado Chicano y al que tanto ha dado, con sus carteles, en la Peña Juan Breva, como divulgador incansable, en un amor sin reservas por el cante al que nunca, sin embargo, había dedicado una exposición. Su recuperación puso a prueba la capacidad de asombro de algunos doctores, pero mayor aún es la lección de compromiso con el trabajo que el pintor malagueño ha depositado en todas y cada una de las treinta obras que completan Aguatintas por seguiriyas, la exposición que se presentó este lunes en el Palacio Episcopal, donde podrá verse hasta el 2 de febrero. El resultado es Chicano en estado puro. Más aún, si cabe.
Comisariada por Mariluz Reguero, la muestra reúne treinta acrílicos que recrean, de manera libre, a modo de inspiración dialogada y compartida, las escenas evocadas en letras de seguiriyas reproducidas junto a los mismos cuadros. Se trata de letras populares, en muchos casos anónimas (y en otros firmadas o atribuidas a figuras como Curro Duque y al Tío José de Paula, entre otras fuentes), procedentes de antologías clásicas como las de Demófilo, José Luis Ortiz Nuevo y Moreno Galván, y seleccionadas por Eugenio Chicano con la colaboración de toda una referencia del estudio del flamenco como Miguel Cabrera, cuyos relatos aparecen así vertidos al lienzo en una propuesta de carácter muy teatral, con una cuidada puesta en escena que recrea ambientes muy diversos, desde los silentes campos andaluces hasta los paisajes urbanos contemporáneos. Comparecen algunos rasgos esenciales de la pintura del artista, como el trazo grueso y el protagonismo insobornable del color, así como la crudeza directa de las imágenes y la ambición humanista del conjunto, conmovedor en su disposición y sus alcances. El dolor ante la pérdida, la soledad tras el abandono, la tragedia traducida en venganza, la liturgia de la muerte, el desarraigo de quienes lo han dejado todo atrás, la suerte de los presos y condenados y otros ingredientes del ay se suceden en un desfile que, como señaló Chicano en la presentación, "pertenecen al mundo de ayer, pero también al mundo de hoy y al del mañana, lo que demuestra la vigencia de estos cantes". Los rostros, ocultos o a menudo difuminados e imprecisos, desvelan, como apunta Chicano, que lo importante no son los personajes, sino cuanto de universal hay en ellos. Con gran cantidad de matices, incluidos animales que se cuelan en cualquier rincón, lunas lloronas de trazo infantil y querencia lorquiana y ciertos guiños a la contemporaneidad en sus intenciones, las pinturas de Chicano exhalan un poderoso significado en la Historia: así, la letra No sé por aonde / ni por aonde no / se ma liao esta soguita al cuerpo / sin saberlo yo, que incluyera a su repertorio un cantaor actual como José Mercé, aparece representada con la desoladora imagen de un reo, inmovilizado a base de gruesas sogas y vigilado de cerca por guardias civiles tocados con capas y tricornios. En manos de Eugenio Chicano, el tremendismo, hecho arte, tiene mucho que decir aún en la cultura española del siglo XXI.
Como en anteriores proyectos de Eugenio Chicano, el Centro de Tecnología de la Imagen de la Universidad de Málaga ha colaborado en Aguatintas por seguiriyas con la introducción de dos elementos fundamentales: la mayor parte de los cuadros incluyen en sus cartelas un código QR que, una vez captado en el teléfono móvil, permite al visitante escuchar la letra reproducida en las voces de Antonio Mairena, Manuel Torre, José Menese, Chocolate, Pepe El Culata, Manuel Moneo, El Lebrijano, el citado José Mercé, Tía Anica La Piriñaca y otros muchos, lo que convierte la contemplación de los cuadros en una experiencia interactiva ("Es muy emocionante y un misterio precioso saber que, por una vez, mis cuadros se pueden escuchar", comentaba Chicano al respecto). Además, la exposición incluye la proyección de una entrevista grabada en vídeo en el estudio del artista, de 50 minutos de duración y editada en blanco y negro, en la que Chicano da buena cuenta de su relación y su admiración por el flamenco. El catálogo, de esmerada edición, incluye textos de los artífices así como del director del Centro Andaluz de las Letras, el escritor y periodista Juan José Téllez, así como de la comisaria de la muestra, Mariluz Reguero.
Destacó en la presentación la propia Reguero que con esta exposición Chicano "ha vuelto a recurrir a los dibujos poéticos que empleó como bocetos en los primeros de su trayectoria, con lo que asistimos a un verdadero regreso a los orígenes". El pintor juzgó por su parte la muestra como "rocambolesca, pero muy sentida. He querido dedicarle al flamenco una exposición muchas veces, pero siempre me ha parecido inabarcable. La solución vino con la decisión de centrarme en las letras, no en los cantaores. En un principio hice una selección de cuarenta seguiriyas, que finalmente se quedaron en treinta. Y este es justamente el homenaje que quería hacerle al flamenco desde hace mucho tiempo". Eugenio Chicano le dio la razón a Federico García Lorca "cuando vinculaba la seguiriya con la Andalucía del llanto y el dolor, con su sentimiento más hondo de desgracia. El flamenco expresó esto siempre de manera pura, pero, dado que no había forma de contenerlo en una partitura, y de que ha pertenecido siempre a las gentes más humildes, ha sido siempre rechazado desde la Ilustración. Afortunadamente, la Unesco vino a reconocer el patrimonio tan grande que yace bajo toda esta sabiduría popular".
En cuanto el procedimiento a seguir, "en cuanto empecé a pintar y decidí recrear las letras, me pregunté qué estilo debía seguir, si más figurativo, más abstracto, más o menos realista. Entonces caí en la cuenta de que tenía 83 años y de que sólo podía hacerlo con honestidad. Así que decidí pintar a salto de mano, con una pintura casi caligráfica. Todos los cuadros son mi propia firma". Así es como Eugenio Chicano, que la semana que viene cumplirá 85, decide darse a este mundo: pintando.
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