Y su nombre es Berna Perles

Lírica | 'Fidelio' en el Teatro Cervantes

La soprano malagueña conmueve en un Teatro Cervantes repleto con la representación de ‘Fidelio’, la obra de Beethoven que abrió el curso operístico

Berna Perles, como Leonora, en la representación de ‘Fidelio’ en el Teatro Cervantes de Málaga.
Berna Perles, como Leonora, en la representación de ‘Fidelio’ en el Teatro Cervantes de Málaga. / Daniel Pérez

Málaga/Hace ya bastante que el talento y el virtuosismo de Berna Perles dejaron de ser un secreto a voces, pero la representación de Fidelio que abrió este viernes la temporada lírica en un Teatro Cervantes repleto (este domingo habrá otra función a las 19:00 en la que igualmente quedan muy pocas entradas por vender) significó, en gran medida, la revelación de la soprano malagueña como uno de los valores más firmes y a la vez más prometedores de la escena lírica nacional. Su doble construcción de la Leonora que se hace pasar por Fidelio para salvar de las garras de la cárcel a su esposo Florestán, según la imaginó Beethoven inspirado a su vez en la pieza teatral de Jean-Nicolas Bouilly Leonora o el amor conyugal (un alarde de clasicismo y formalismo moral que, paradójicamente, retoma un tema harto cultivado en Shakespeare y el Siglo de Oro: la heroína que se disfraza de varón para engañar a sus contrarios y salirse con la suya), llegó a ser conmovedora y generosa sin reservas ya en el Abscheulicher! Wo eilst du hin? del primer acto. Perles no sólo se adaptó como un guante a la producción escénica estrenada en el Teatro de la Maestranza de Sevilla (la misma ciudad donde Beethoven ambientó su Fidelio) en 2006; también, más aún, al empeño del director José Carlos Plaza en hacer de la ópera un verdadero alegato no tanto ilustrado sino político (con gestos como el intento de Jaquino de violar a Marzelline al principio, o la tortura visible de los presos). Es decir, la cantante brilló también como actriz en la constitución del arquetipo perfecto, tan frágil como lleno de coraje, que culmina su estallido emocional en un Nichts, mein Florestan! que ayer mereció su consagración.

Entre la fragilidad y el coraje, Perles construye el perfecto arquetipo de la Leonora de Beethoven

Fidelio contó con un reparto a la altura, en el que brillaron especialmente la soprano Beatriz Díaz como Marzelline, en una composición harto difícil resuelta con una interpretación bien ajustada, eficaz y espléndida; el tenor César Gutiérrez como Florestán, ya tremendo desde su presentación en el Gott, welch Dunkel hier!; y el barítono José Antonio López en una recreación del tiránico Pizarro rigurosa y soberbia, con mucha verdad a pesar del riesgo de autoparodia que entraña el personaje, así como el bajo Tijl Faveyts en una honesta, carnal y mesurada interpretación (necesaria ante el latente conflicto entre fidelidad y justicia) del carcelero Rocco. En el foso, Manuel Hernández Silva extrajo de la Orquesta Filarmónica de Málaga, como suele, los matices idóneos de la partitura para la evocación canónica del clasicismo vienés, en un jugoso diálogo con una puesta en escena dirigida a la deslocalización y la universalidad del mensaje. Con una paleta de colores que transita con sabia prudencia desde el óxido ocre hasta el blanco (singularmente vertidos en el magnífico vestuario de Pedro Moreno), y con la acción recluida entre dos grandes bloques que refuerzan la impresión de presidio y de posterior liberación, Fidelio alcanzó, una vez más, su calidad de grito ante la injusticia. La voz de Berna Perles lo mutó en belleza.

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