Viruca Yebra: “Los nazis en Marbella solían estar apartados de la vida social, camuflados”
Literatura
La periodista y escritora Viruca Yebra regresa al panorama editorial con la novela ‘La última condesa nazi’
En sus páginas retrata la época dorada de Marbella y la vida cotidiana de la jet set
La periodista y escritora gallega Viruca Yebra desembarcó en el mundo editorial en 2016 con su primera novela, El fuego del flamboyán. Cinco años después ha regresado con La última condesa nazi. La obra ofrece un recorrido a lo largo de tres décadas y tres continentes siguiendo las peripecias de una aristócrata alemana que tiene que huir de su castillo ante el empuje de las tropas soviéticas. La Marbella de los años 60 será uno de sus refugios.
–¿Cómo está funcionando la novela?
–Pues la verdad es que muy bien, ya vamos por la segunda edición y por lo que veo pronto estaremos en la tercera. Todo gracias a mucho trabajo y un poco de suerte.
–¿Cuál fue la chispa que hizo saltar La última condesa nazi?
–Me gusta mucho caminar por el paseo marítimo de Marbella y siempre encontraba un perfil de señora que me llamaba la atención: Mayor, casi siempre sola y muy elegante. Quise saber quiénes eran, qué vida habían tenido. Entrevisté a muchas personas y fueron saliendo las vivencias que se relatan en la novela, las que tuvieron una serie de personas después de la Segunda Guerra Mundial y que han sido muy singulares. No existe la condesa como tal, pero sí todo lo que le sucedió.
–¿Cuánto tiene de realidad, producto de la documentación?
–El 80% es verídico. Casi todas las cosas que cuento están basadas en hechos reales.
–El personaje de Clotilde es inventado...
–Sí, pero todas las peripecias que le ocurren fue lo que le pasó a muchas personas de esa época, muchas de esas historias son del conde Rudi y lo que vivió con su familia huyendo al final de la guerra. El tener que salir con unas pocas pertenencias, quedándote con una mano delante y la otra detrás, fue algo que soportaron muchos.
–¿Qué es lo que más atrae de la protagonista de la novela?
–Que es una persona que, a pesar de tener un estatus social elevado, ha luchado y ha sufrido muchísimo, ha tenido que pasar por momentos muy dramáticos, como que le quiten sus hijos y que, en el fondo, es una persona normal. Te hace ver su posición desde una perspectiva más cercana. Igual que esos nazis que huyeron, que no tuvieron delitos de sangre. También te acerca un poco a este tipo de personajes, cómo son, como piensan. Al margen de su ideología, son personas de carne y hueso, te gusten o no.
–¿También aborda lo que pasó con los judíos después de la guerra?
–Sí, muchos judíos perdieron a sus familias y siempre me preguntaba qué pasaba después, pues que tienen que buscar a esas familias y rehacerse. La novela se puede dividir en varias partes, la vida de la propia Clotilde y sus avatares para poder conseguir el estatus que tenía antes de la guerra y recuperar a sus hijos, esclarecer la muerte de su marido. También está toda la trama nazi. El personaje del sobrino de la condesa, de ideología nazi aunque no participara en la guerra, te acerca a esa mentalidad.
–¿Los alemanes fueron especialmente prejuzgados?
–Sí, eso es lo que le pasa a Clotilde, que la tachan de nazi sin serlo. Otra de la subtramas de la novela es averiguar por qué ella no fue nazi, qué acontecimientos la llevaron a no serlo.
–Con la condesa el lector hace un viaje por escenarios muy diferentes en las décadas posteriores a la guerra...
–Sí, justo. Desde Alemania comienza a hacer un periplo de vida que la lleva por Londres, París, la Riviera francesa, Nueva York, recorre un montón de lugares que la llevan finalmente a Marbella. Esta ciudad será el paraíso donde ella quiera quedarse.
–¿Cómo era la Marbella de los años 60?
–Nada que ver con la Marbella de hoy. Era una ciudad muy especial porque, habiendo una dictadura en España, en Marbella hubo un mundo muy abierto. Esto fue debido a que había un cura muy tolerante, que no les decía nada a las personas que venían de fuera, no intervenía. Así que empezaron a proliferar personajes muy creativos, gente que venía del mundo de la literatura, de la bohemia, y el cura les dejaba vivir, les divertía incluso que estuvieran allí. El mundo internacional también le imprimió un carácter muy especial a la ciudad, eran personas diferentes y eso enriquecía su perfil. La época dorada de Marbella fue algo único y eso es lo que recoge la novela, cómo vivía la gente su día a día, no tanto las fiestas. El libro retrata la cotidianidad de esta vida.
–¿Por qué la Costa del Sol se postuló como un refugio para nazis camuflados?
–No fue un gran refugio de nazis, yo creo que fue un sitio donde había nazis, como en Madrid y en muchos otros sitios de España. Aquí había unos cuantos, aunque no tantos. Solían vivir en un ambiente apartado de todo tipo de vida social, estaban completamente camuflados por las organizaciones y tampoco tuvieron demasiado trato entre sí. No soy una experta en esto, pero creo que pasaron bastante desapercibidos. Otra cosa era gente alemana que tuvieran la ideología nazi. Yo llegué a conocer a algunos de ellos. Era evidente que estas personas eran nazis, actuaban como tales, pero solo tenían la ideología y no se involucraban con el resto de la sociedad. No estaban bien vistos y no hacían apología, intentaban pasar desapercibidos.
–¿Le ha costado mucho levantar esta novela?
–La verdad es que sí, que fue un trabajo ímprobo de documentación, de estudio y trabajo. He trabajado mucho en la documentación porque muchas personas te cuentan cosas que han vivido que luego tienes que averiguar si eso es cierto, si es tal y como lo recuerdan. Hay que investigar para no meter datos que luego no sean rigurosos. He hecho muchísimas entrevistas y les he ido dando forma a sus historias, metiéndolas entre los personajes. También he leído mucho sobre el nazismo, aunque este libro no es una novela de nazis.
–¿Cuál ha sido su tema central?
–Mi novela no se centra en la guerra o en los campos de concentración, el libro va del día después, qué pasó después con los alemanes, con los nazis, con los judíos. Lo novedoso es que he tratado de investigar qué pasó después, con los refugiados de guerra, por ejemplo, que salen de sus casas, huyendo de los rusos y se tiran a los caminos.
–También habla de la Costa del Sol desde otra perspectiva...
–Sí, no se recurre al tópico de las fiestas, sino cómo era la vida cotidiana. El lector se mete en plan voyeur en medio del día a día de estas personas que vivían o pasaban unas vacaciones allí, se sumerge en sus vidas, con sus miserias y sus alegrías.
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