“Vivimos un momento idóneo para la militancia”
Carlos Álvarez | Barítono
El cantante anuncia el proyecto pedagógico y musical que comenzará a funcionar en Málaga de su mano dentro de dos años y comparte sus impresiones sobre la próxima temporada, la actualidad cultural y el clima político
Málaga/Recibe Carlos Álvarez (Málaga, 1966) a Málaga Hoy pocos días antes de partir a Londres para empezar los ensayos de la nueva producción de la Madama Butterfly de Puccini que se estrenará el 12 de septiembre en la Royal Opera House. Su agenda incluye también otros estrenos como los de Aida en el Teatro Real el 24 de octubre, Andrea Chénier en Viena el 30 de noviembre y Macbeth en el Liceu el 16 de febrero de 2023, además de diversos conciertos y recitales, lo que promete una nueva temporada de éxitos en la primera línea de la lírica mundial. El futuro inmediato del bajobarítono, eso sí, pasa por su Málaga natal de manera más consciente en virtud de un proyecto pedagógico y musical de gran calado del que da unas primeras pinceladas en esta entrevista. En la conversación, el intérprete se muestra distendido, abierto y sin pelos en la lengua a la hora de abordar la actualidad cultural y el clima político del presente.
-¿Qué sensaciones respira ante la nueva temporada? ¿Siguen naciéndole mariposas en el estómago, o al final se impone la rutina profesional?
-El otro día lo hablaba con mis hijos. Creo que me voy a pasar a la parte pesimista. Y me explico: cuando eres optimista, siempre tienes la sensación de que todo va a salir bien, lo que puede ser o no; pero el pesimista, por lo general, se caracteriza por no tener expectativas, así que lo bueno se da siempre como un regalo, no como algo previsto. Lo que pasa es el que pesimista siempre se queja por todo, y yo no soy precisamente de quejarme mucho, aunque por otro lado eso provoca que si alguna vez me quejo por lo que sea todas las alarmas se encienden a mi alrededor.
-De hecho, el pesimismo va asociado a cierto divismo del que usted ha tomado siempre distancia.
-Claro. Es más, el pesimista y el divo van por la vida en función de determinados derechos adquiridos, y si algo no se ajusta a eso entonces no está bien. Es un juego peligroso del que conviene apartarse, ya no sólo si tenemos la oportunidad de dedicarnos a lo que nos gusta, sino en cualquier sentido. Si confundimos el capricho personal con el interés general, estaremos dando coartada para que cualquiera venga a decirnos qué se puede decir y qué no.
-A estas alturas de su carrera, ¿pesa la presión por seguir al frente de la primera división internacional de la lírica?
-Nunca me he sentido presionado por tener que hacer algo, por mi trabajo o por ser quien soy. Hago las cosas que hago porque tengo que hacerlas. No asumo una responsabilidad añadida por haber alcanzado una determinada posición a la hora de hablar, por ejemplo, sobre la posibilidad de devolver a la sociedad lo que he recibido en mi crecimiento como artista. Si decido hacer algo así es por iniciativa propia, no porque nadie me lo pida. Por lo general, la sociedad no nos pide nada a los artistas, ni siquiera compromiso. A veces me dicen que los artistas no somos las personas más indicadas para posicionarnos, y yo siempre respondo que los artistas somos tan ciudadanos y tan contribuyentes como el resto. Creo, de hecho, que somos más contribuyentes que ciudadanos. Esto me permite mirar a todo el mundo con naturalidad, sin tener que dar explicaciones. Y sentirme totalmente libre para expresar lo que pienso, lo que quiero y lo que considero justo. De modo que, volviendo a tu pregunta: mi situación profesional no me ha obligado a mantener una determinada posición sobre nada. Cuando expreso mis ideas soy Carlos, no Carlos Álvarez.
-¿Es fácil para usted decir que no a propuestas artísticas en las que no quiere estar?
-Sí. Ya decía no cuando tenía que decirlo y lo sigo haciendo. Sí es cierto que ahora me resulta más fácil. Y también que las ofertas que llegan van a caballo ganador; es decir, que quienes las hacen saben de antemano qué voy a aceptar y qué no. Posiblemente, eso sí, me interesan más ahora no tanto las propuestas de trabajo, por mucho que con ellas me gane la vida, como las propuestas que yo puedo hacer. Y tengo algunas.
-¿Cuáles?
-Las de toda la vida. Primero, por mi ciudad, Málaga. Y, segundo, por el ambiente cultural y artístico en que me muevo.
-¿Podría concretar un poco más?
-Sí. Hay un proyecto en marcha con la colaboración de las administraciones públicas, lo que me impide dar ahora muchos detalles. Sí te diré que se trata de un proyecto pedagógico que tiene que ver con mi trabajo y que desarrollaremos en Málaga. Llega un momento en que tienes una capacidad de transmisión de conocimientos notable, por lo que sabes y por lo que has vivido. De lo que se trata es de poner eso al servicio de quien pueda necesitarlo. De establecer un puente entre la formación artística y las vicisitudes de mi profesión, que a menudo te pillan fuera de juego. Tengo herramientas que pueden ayudar a otros a hacer ese camino y quiero compartirlas con ellos. En eso estamos.
-¿Cuándo estará en marcha?
-Espero que podamos presentarlo todo dentro de dos años.
-¿Espera reforzar su presencia en Málaga y pasar más tiempo en su ciudad con esta iniciativa?
-Sí, pero la visibilidad no es algo que me interese. Lo que me interesa es la posibilidad de hacer. Por mí puede colgarse la medalla quien quiera, pero si me dejan hacer a mí, perfecto.
-¿Y está seguro de que le van a dejar? Aquella fundación que iba a llevar su nombre allá por 2006 no salió precisamente bien.
-Sí, estoy absolutamente seguro. Sobre todo, porque la estructura que va a servir de plataforma al proyecto es absolutamente eficaz y profesional. Por mi parte, tendré todo el control artístico y pedagógico. Así que cuento con todas las garantías.
-¿Es Málaga, más allá de que se trate de su ciudad natal, el sitio ideal para emprender algo así?
-Málaga tiene ya la posibilidad de hacer cosas que no se queden en el intento, ni en el vamos a ver qué pasa, ni en salir del paso. Las apuestas deben ser importantes. Hay que hacerlas desde el conocimiento. Y sin que nos vendan la burra.
-¿Sería posible crear una cantera de voces líricas en Málaga o en Andalucía?
-No, la cantera no es algo que se pueda pretender. Que exista o no una cantera es una cuestión circunstancial. Lo que sí puedes hacer es crear una estructura que ayude a salir adelante al que tiene las capacidades necesarias. El otro día leí un artículo sobre jóvenes científicos que trabajan fuera de España, y resulta que estos jóvenes no se quejan ya tanto de la escasa inversión en investigación, ni de los sueldos disfrazados de beca, como de la imposibilidad de crear sus propias familias. La cantera no existe, lo que existe es una profesión en la que, con los recursos adecuados, se puede salir adelante.
-¿Y qué hay del otro lado? ¿Cómo se podría garantizar el relevo generacional en el público de la ópera?
-Para contestarte a esto me referiré a una situación que considero muy grave. La entonces llamada Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local aprobó una inversión de 4,2 millones de euros a un festival llamado Andalucía Big Festival que se celebrará en Málaga en septiembre. Y lo que yo pienso es que ojalá nuestros jóvenes tuvieran las mismas posibilidades de acudir a representaciones de ópera, recitales líricos y conciertos. Que se diera el mismo respaldo institucional. Pero la lírica no existe en los presupuestos de la Junta de Andalucía. El Gobierno andaluz sólo participa en la financiación del Teatro de la Maestranza de Sevilla. No lo hace con ningún otro teatro andaluz, así que el agravio comparativo es enorme. Pero lo que la Junta sí hace es intervenir en el negocio de los festivales de verano, que prácticamente se gestionan per se, sin necesidad de dinero público. Si la Junta demostrara la misma generosidad con la lírica, sólo la misma, ya verías cómo tendríamos en Málaga un festival de gran nivel. Piensa, además, que 4,2 millones de euros representarían el 4% de la financiación del Auditorio en una sola administración. Y que con ese dinero se podría generar un gran beneficio para la ciudad, no para una empresa, como sucede con los festivales de verano. Tenemos a una Junta de Andalucía que se dedica a financiar a una empresa de Madrid para que pueda amortiguar el golpe de la caída de cartel del grupo principal del festival, Rage Against the Machine, que tampoco actuará en Madrid. Por no hablar del cambio de emplazamiento que tanto ha disgustado a quienes se habían comprado su entrada. ¿De verdad es esta la idea que tenemos de la promoción de Andalucía y de sus empresarios?
-¿Le preocupa la posteridad, cómo cuenten su historia sin usted?
-Por mucho que se empeñe uno en que la historia pudiera decir algo, al final el tiempo pone las cosas en su sitio. Ya nadie se acuerda de los cantantes que fueron estrellas del firmamento lírico español hace cien años. Yo estoy contento con sentirme a gusto conmigo mismo. Fíjate, la aparición en una sola temporada del programa Tierra de talento de Canal Sur me ha dado más reconocimiento social que mis treinta años de oficio. A mí la presencia no me importa, lo que me importa es tener la relevancia suficiente para poder poner el dedo en algún punto sobre el que se pueda actuar y, a partir de ahí, ejecutar. Quiero ser alguien eficaz, alguien que transmite lo que sabe y, a lo mejor, contribuir así a que alguien pueda ser más feliz. Conozco bien mi realidad de puertas adentro y de puertas afuera. Estoy muy contento con mi trabajo y también quiero echar una mano, sin que tenga que saberse necesariamente quién y por qué lo hace.
-¿Le han reprochado desde el mundo lírico sus apariciones en televisión?
-Nunca. Sí que me ha llegado algún comentario relativo a mi posicionamiento político. Pero, respecto a esto, seré claro: en un país en el que la posición normal no es bien recibida, algo tendremos que hacer para cambiarlo. Ya vemos que somos capaces de retroceder en cuestión de derechos, que nos dirigimos a un modelo social en el que lo políticamente correcto lo va ocupar todo, que aparecen dudas sobre si es progresista o no pensar que no debemos crecer ilimitadamente. En general hay una confusión enorme respecto a lo que significa ser progresista y ser conservador. A mí me sirvió de mucho leer a Gustavo Bueno cuando todo el mundo lo consideraba un pensador de izquierdas, ya antes de que Vox se apropiara de su discurso. En cualquier caso, y frente a la confusión, quiero dejar claro que Carlos Álvarez es un tipo de izquierdas, progresista, ateo y que cree que la sostenibilidad es una cuestión fundamental. ¿Se puede dirigir esta convicción, por ejemplo, al crecimiento y desarrollo de Málaga en estos términos? Ojalá que sí. Yo estoy aquí. A veces, de hecho, pienso que éste es un momento idóneo para la militancia. Ya que nos van a señalar con el dedo, que lo hagan con motivos reales.
-La militancia admite distintas modalidades, ¿piensa en alguna en concreto?
-Sí, hay muchas opciones. Desde el simpatizante al que paga su cuota. Vuelvo al principio de la entrevista: dicen que el pesimista es un optimista desinformado, pero yo intento formarme bien y que mis opiniones estén bien sustentadas. Sin embargo, al hacer análisis prospectivos de lo que debe suceder en Málaga, sin ir más lejos, no siempre acierta uno, por más información que tenga. Y es que muchas decisiones que se toman no tienen nada que ver con lo piensa la gente. Si fuera por lo que piensa la gente, todo sería muy distinto. Así que tal vez no sea cuestión de convertirnos en una nueva Suiza, pero creo que sí estaría bien que se abrieran puertas a una mayor democracia representativa. No directa, cuidado; pero sí sería saludable que nos preguntaran de vez en cuando. Por cierto, e insisto: si alguien quiere saber algo sobre cómo se realizan ciertos proyectos, yo estoy aquí para responder a lo que sea. Y gratis. No aspiro a ser un consejero áulico ni nada parecido, pero algo sé sobre estas cosas.
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