Jorge Semprún: pulso al siglo o el escenario como combate

El diario de Próspero | Teatro

La editorial Renacimiento publica en un volumen, dentro de su Biblioteca del Exilio, el ‘Teatro completo’ del escritor, con cinco obras en las que el autor afiló su compromiso político

Jorge Semprún (1923-2011), fotografiado en su casa de París en 2010.
Jorge Semprún (1923-2011), fotografiado en su casa de París en 2010. / Miguel Medina / Afp

Resulta significativo, todavía a estas alturas, considerar cómo algunos de los intelectuales europeos que asumieron un mayor grado de compromiso político después de la Segunda Guerra Mundial hicieron gala del mismo, especialmente, en el teatro, a menudo con más intención y vehemencia que en ensayos, artículos y novelas. Y es significativo porque, en gran medida, la historia ha decidido reservar a la producción dramática de estos autores un lugar discreto en el reconocimiento de su producción, cuando no, directamente, el más absoluto olvido. Excepciones como las de Camus (especialmente feliz) y Sartre permiten demostrar que, ciertamente, ambos fueron respectivamente más Camus y más Sartre cuando escribieron teatro antes que cualquier otra cosa, lo que revela, también, una consideración de la escena como motor de transformación social decididamente extinta ya en el mismo desarrollo del siglo XX. Más allá de las excepciones, sin embargo, la obra teatral de la mayoría de estos referentes ha acusado la escasa consideración literaria con la que el propio sector cultural, sobre todo en el ámbito editorial, ha despachado habitualmente la escritura dramática, como si la atención a la escena entrañara un sesgo incompatible con la lectura. Por eso, se debe reconocer como un verdadero acontecimiento la reunión del Teatro completo de Jorge Semprún (Madrid, 1923 – París, 2011) en un volumen que acaba de poner en circulación el sello Renacimiento dentro de su Biblioteca del Exilio, con edición a cargo de Manuel Aznar Soler y Felipe Nieto. En no pocos sentidos significará una novedad notable hablar de Semprún como autor teatral, pero de hecho la escritura para la escena fue el primer quehacer literario del autor, que sin embargo ganó su mayor consideración a través de sus novelas y memorias. El libro reúne cinco piezas, en su mayoría inéditas, que nuestro hombre alumbró en idiomas y etapas bien distintas, pero que ofrecen un testimonio común: ya en sus primeras tentativas, ya cuando era un escritor ampliamente reconocido, Semprún expuso su pensamiento político en el teatro con un alcance y un colmillo inéditos en los otros géneros que cultivó a lo largo de su vida.

Portada del 'Teatro completo del autor'.
Portada del 'Teatro completo del autor'. / Renacimiento

Cabe recordar que Manuel Aznar Soler, catedrático de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador fundamental del exilio español, publicó en 2015 el estudio crítico El teatro de Jorge Semprún, que merece ser recuperado ahora para su lectura en paralelo de las obras reunidas en el Teatro completo. La edición de Renacimiento deja de lado las dos adaptaciones teatrales que firmó el autor (de El vicario de Rolf Hochhuth y Las troyanas de Séneca) para centrarse en sus cinco obras originales. En 1947, un joven Jorge Semprún recién liberado de Büchenwald y afiliado al Partido Comunista escribió en francés Soledad, un drama costumbrista, con una clara influencia de Giraudox, en la que el autor ejercía su particular agitación social con una historia ambientada en la lucha obrera de Bilbao. La actualidad política española volvió a inspirarle en 1953 con una obra de título tan contundente como ¡Libertad para los 34 de Barcelona!, escrita en castellano y de distribución clandestina, en la que, con un estilo deudor de Bertolt Brecht, Semprún recreaba la huelga de los tranvías de Barcelona de 1951, reprimida por el régimen franquista a base de sangre y fuego (además de la detención de la cúpula del PSUC en pleno). Después de este título, Jorge Semprún, que mientras tanto vivió su actividad clandestina en España bajo el nombre de Federico Sánchez, su expulsión del PCE, el desempeño de su cargo de ministro de Cultura en el Gobierno de Felipe González y su posterior regreso a París, no volvió a escribir teatro hasta 1995. Y lo hizo por encargo del director Klaus Michael Grüber con El recuerdo de Carola Neher, también escrita en francés y estrenada en el cementerio militar soviético del parque del castillo de Belvedere, en Weimar, cerca de Büchenwald.

Gurs, una tragedia sobre el campo de concentración homónimo, estrenada en Eslovenia en 2004 como coproducción del Centro Andaluz de Teatro, el Théâtre National de Niza y el Théâtre des Capucins de Luxemburgo; y Yo, Leonor, hija de Carlos Marx, ¡judía!, publicada de manera póstuma por la editorial Gallimard en 2014, y a la sazón jugoso testamento político e ideológico del escritor, completan este legado del Jorge Semprún dramaturgo. Un siglo como un suspiro.

stats