Cuando Barceló soñó a Kafka
Museo Picasso Málaga
El artista balear inaugurará en enero en el Museo Picasso su muestra ‘Metamorfosis’ tras ilustrar la nueva edición de la obra del escritor checo
Málaga/La reciente inauguración de la instalación Cherry (1998) del artista estadounidense James Turrell (1943) vino a saciar, en parte, la sed de exposiciones temporales que acusa el Museo Picasso Málaga desde el estallido de la pandemia del coronavirus. Consagrado a su colección permanente y al fondo fotográfico de Roberto Otero como únicos recursos disponibles en todo este tiempo de cara a su exhibición, el centro ha puesto en marcha experiencias como El Otro Museo, a modo de escenario para el debate de ideas, tendencias y signos de la cultura contemporánea en sus muchas vertientes. La nueva normalidad, en cualquier caso, llegará, si es que la tercera ola no lo impide (dedos cruzados) el próximo 27 de enero con Metamorfosis, la nueva exposición temporal del Museo Picasso, dedicada a la obra reciente de Miquel Barceló y con parada prevista hasta septiembre (uno de los últimos encuentros de El Otro Museo sirvió precisamente de anticipo a la exposición). Barceló no es, ni mucho menos, un recién llegado a la Ciudad de los Museos: la actual colección semipermanente del Centro Pompidou Málaga, De Miró a Barceló, hace referencia expresa al artista como uno de sus protagonistas por derecho, y ya el CAC recibió al propio artista en 2008 para la inauguración de otra exposición con el título Obra africana. Más aún, mucho antes de que Málaga pasara a ser conocida por su red museística ilustró el mallorquín la primera edición del Escatófago del malagueño Fernando Merlo, revulsivo poético siempre digno de la mayor de las reivindicaciones alumbrado en Málaga cuando la ciudad era una urbe provinciana y gris de aspiraciones medianas. Metamorfosis reúne, según apuntaron desde el Museo Picasso, una selección de obras realizadas entre 2015 y 2020, pero su título remite de manera directa al último proyecto de Barceló, un lanzamiento editorial que conecta al artista con una de sus obsesiones más confesadas: Franz Kafka.
En principio, la nueva exposición respira parte de la insoboronable inspiración africana que ha alentado la obra de Miquel Barceló en las últimas décadas: la muestra incluirá pinturas, obras sobre papel, cuadernos de notas y bronces, si bien el aspecto central lo constituye, según informa el Museo Picasso, “una selección de más de treinta cerámicas que se caracterizan por su colorido, presentando formas en constante transformación –laceradas, fragmentadas y agujereadas– en las que aparecen elementos figurativos que se refieren a plantas y seres acuáticos, sugiriendo lenguas, pétalos, aletas u hojas, y pudiendo tener, en ocasiones, rasgos antropomórficos”. Entre estas obras destacan los Tótems, “una nueva serie de cerámicas de gran formato, realizadas a partir de bloques superpuestos que evocan la arquitectura clásica y personajes mitológicos”, en clara correspondencia con el animismo africano. Comisariada por Enrique Juncosa, Metamorfosis presentará también una “pequeña selección de pinturas de gran formato de varias series recientes de paisajes nocturnos y marinos, así como un autorretrato de aspecto carbonizado y pinturas con relieves de animales que aluden a las pinturas rupestres”. Igualmente, los visitantes encontrarán una selección de cuadernos de viajes realizados en Tailandia y la India, países que Barceló ha visitado con frecuencia en los últimos años, así como dos series de acuarelas, realizadas en dichos parajes asiáticos, con imágenes de un cromatismo exacerbado que presentan un mundo idealizado que sugiere mitos y leyendas. Para el artista mallorquín, la cerámica, la pintura o el dibujo son variaciones, experimentos de un todo: “Cada obra es experimental, cada obra es un ensayo para otra, que no existirá probablemente jamás, y eso creo que es tan válido para mi pintura como para mi cerámica o para cualquier cosa que salga de mi mano”.
Esta idea, expresada por el artista con estas palabras, es el argumento central de su obra: la fluidez heracletiana que hace de cada obra un ensayo, una tentativa, un episodio previo a la siguiente, más allá de la concreción en cualquier soporte. Y éste es justo el espíritu que recoge Metamorfosis como propuesta formal para la introducción al mundo cambiante y proteico de Miquel Barceló, en el que, ciertamente, nadie puede ver dos veces la misma obra. Ocurre, sin embargo, que para el artista la idea de Metamorfosis ha sido crucial en este 2020, en el que vio la luz un proyecto que venía acariciando durante años: la edición ilustrada con sesenta acuarelas de la obra homónima de Franz Kafka para el sello francés Gallimard que lanzó recientemente en España la editorial Galaxia Gutenberg con el título La transformación. “Cuando Kafka escribió La metamorfosis, en Europa se estaban moviendo las piezas de lo que después sería el gran desastre y la Gripe Española estaba acechando. Las obras de arte siempre son premonitorias de todo. Es una condición de las obras de arte, contienen los números de lotería que ganarán y que nosotros no sabemos leer”, afirmó recientemente Barceló en declaraciones a Efe con motivo de la publicación del libro. “No me siento profeta en ninguna parte, antiprofeta o falso profeta me pega más. Estoy contento de que se pueda ver alguna cosa mía”, añadió el artista. En cualquier caso, Málaga se presenta como la siguiente parada de su trayectoria artística. Con el cambio permanente por bandera.
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