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Música
Málaga/Entre los malagueños del XIX cuya obra y figura merecen ser reivindicados se encuentra, por méritos propios, el organista y compositor Juan Bautista Cansino Antolínez (1826-1897), personalidad que resultó imprescindible para el reconocimiento de Málaga como singular cuna de talentos de la música en su tiempo (reconocimiento que, dicho sea de paso, sigue siendo una cuestión pendiente). Según recuerda el también organista, director y musicólogo malagueño Antonio del Pino, Cansino fue testigo de acontecimientos determinantes en la historia musical de su ciudad como la creación de la Sociedad Filarmónica en 1869 y la inauguración del Conservatorio María Cristina en 1880, y participó de manera activa en este paisaje a través, fundamentalmente, de su trabajo en la Catedral de Málaga, a la que estuvo vinculado durante prácticamente toda su trayectoria. Que la historiografía local le haya reservado un lugar cuanto menos discreto tiene bastante que ver con la proyección de su contemporáneo y cómplice Eduardo Ocón, mucho más reconocido en el presente: desde que ambos coincidieran como alumnos en las lecciones del maestro de capilla Mariano Reig, sus discursos vitales y artísticos corrieron en paralelo, sobre todo en la misma Catedral, aunque con suertes distintas. Así, en 1854, ambos músicos optaron a la plaza de organista segundo del templo y fue Ocón quien se llevó el gato al agua. Y, posteriormente, el impulso del mismo Eduardo Ocón resultó fundamental para la creación del Conservatorio, lo que le garantizó por derecho propio un puesto en la posteridad malagueña. No obstante, la labor de Juan Cansino nunca dejó de ser incesante y creativa, bien en la misma Catedral (cuyo Archivo Capitular conserva la mayor parte de su obra) como fuera de ella: así, la iglesia de los Mártires acogió en el mismo 1854 el estreno de una de sus obras capitales, un Stabat Mater que gozó de una espléndida acogida en la Málaga de su tiempo y que, sin embargo, cayó posteriormente en el olvido en una ciudad dispuesta a la desmemoria. Hasta ahora.
Fue el citado Antonio del Pino, organista segundo y director del Coro de la Catedral, quien, tras estudiar a fondo la obra de Cansino conservada en el Archivo de templo, decidió rescatar el Stabat Mater con una grabación a la altura. Y no tardó en contar con los aliados imprescindibles para llevar la empresa a buen término: la Orquesta Filarmónica de Málaga se puso al servicio del proyecto y poco después lo hizo el barítono malagueño Carlos Álvarez, entusiasmado, tras y como admite el cantante, ante la idea de devolver a Juan Cansino la magnitud debida. El círculo quedó completado con la colaboración de Antonio Banderas a través de su Fundación Lágrimas y Favores, con lo que la iniciativa cobró su definitivo impulso. Con todos estos agentes, junto al Coro de la Catedral de Málaga y un plantel de voces solistas que, además de Álvarez, incluía a la soprano Lourdes Martín, el tenor Luis Pacetti, la soprano Alba Chantar y la mezzosoprano Constanza Ávila, la grabación del Stabat Mater de Cansino tuvo lugar el verano pasado en la capilla del Monte Calvario y acaba de ver la luz discográfica en el sello IBS Classical. Las fechas para el disfrute particular de tan monumental partitura no podían resultar, al cabo, más idóneas.
Del Pino (quien acaba de lanzar también en el sello Paoline el álbum In organo et tuba, con obras para órgano y trompeta grabadas en la Catedral de Málaga junto a Alejandro Gómez y José Moreno), recuerda la aportación del también organista y profesor Adalberto Martínez Solaesa en el estudio del vínculo que unió a Juan Cansino con la Catedral de Málaga, si bien señala que “queda pendiente la elaboración de una biografía sistemática y actualizada del compositor malagueño, así como un catálogo revisado de su obra que tenga en cuenta no sólo la conservada en el Archivo Capitular de Música de la Catedral, también la que se encuentra en otros repositorios como la Biblioteca Nacional o el Archivo de la Sociedad General de Autores de España”. Así, la grabación ahora producida del Stabat Mater “no puede renunciar a un matiz reivindicativo que se produce no sólo al socializar un conocimiento adquirido durante años de investigación, sino que más bien se fundamenta en el feliz hecho de poder volver a disfrutar de tan bella música”. Las luces de la Málaga del XIX que fueron más allá de la actividad industrial reclaman, de esta forma, el lugar que les corresponde en el XXI.Sirva el caso de Juan Cansino como modelo de recuperación y prestigio.
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