Visto y Oído
Broncano
Málaga/Tuvo Málaga su gala de los Goya y lo primero que corresponde decir es que salió todo bien. Aunque un tanto deslucida por la lluvia, que sin embargo dio el cuartel justo, la alfombra roja tuvo sus dosis correspondientes de glamour, entusiasmo y tono festivo. En lo cinematográfico, Antonio Banderas obtuvo el Goya al mejor actor protagonistaAntonio Banderas por su trabajo en Dolor y gloria, por el que aspira al Oscar, y pronunció otro memorable discurso de agradecimiento, especialmente dirigido a Pedro Almodóvar: “Nunca he conocido a un cineasta con la lealtad que le tienes a tu cine. Nunca te has traicionado”. Y recordó que fue un 25 de enero de hace tres años cuando sufrió su infarto, antes de advertir: “Me siento vivo, estoy vivo”.
Belén Cuesta recibió el Goya a la mejor actrizBelén Cuesta por La trinchera infinita. Pedro Almodóvar ganó el Goya al mejor director por Dolor y gloriaDolor y gloria, que recibió conmovido por el discurso de Banderas. También Dolor y gloria se llevó el Goya a la mejor película y se coronó como gran triunfadora con siete premios.
Andreu Buenafuente y Silvia Abril condujeron una gala ciertamente afortunada, no todo lo ágil que hubiera sido deseable pero sí entretenida y con momentos ciertamente memorables, como, ya en los primeros compases, la emocionante versión de Sobreviviré, de Manzanita, que interpretó Pablo Alborán y que resultó ser una digna sucesora de la actuación de Rosalía el año pasado.
El premio al mejor montaje a Teresa Font fue el primero destinado a confirmar la noche redonda de Dolor y gloria, poco después de que Benedicta Sánchez, en correspondencia con lo que indicaban las quinielas, ganara el Goya a la mejor actriz revelación por su trabajo en Lo que arde, de Oliver Laxe. Resultó de justicia el Goya a la mejor canción original a todo un emblema de la música popular como Javier Ruibal, como no lo fue menos el de Alberto Iglesias por Dolor y gloria.
Pedro Almodóvar, por cierto, subió por primera vez a recoger el Goya al mejor guión original: “No recuerdo por qué empecé a escribir este guión, pero sí el momento”, dijo, en relación a su propia enfermedad y a las curas que hacía sumergido en su piscina. “Me di cuenta de que esta escribiendo sobre mí mismo y el paso del tiempo. No sé si quería exponerme hasta ese punto, pero decidí seguir”, dijo, antes de dedicar el Goya a su hermano Agustín y a su colaboradora Lola García. Y lanzó un mensaje a Pedro Sánchez: “En los próximos cuatro años él va a ser coautor del guión de todos los ciudadanos españoles, así que esperemos que le vaya muy bien”. Antes, Benito Zambrano recogió el Goya al mejor guión adaptado por Intemperie.
Enric Auquer ganó el Goya al mejor actor revelación por Quien a hierro mata, y Mauro Herce ganó el segundo Goya para Lo que arde con el premio a la mejor dirección de fotografía. El primer reconocimiento para La trinchera infinita vino con el Goya al mejor sonido, obra de Iñaki Díez, Alazny Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova.
Siguiendo con el apartado interpretativo, Eduard Fernández ganó el Goya al mejor actor de reparto por Mientras dure la guerra; el actor (que desbancó a dos actores nominados por Dolor y gloria, Asier Etxeandia y Leonardo Sbaraglia) no pudo desplazarse a Málaga y fue el director de la película, Alejandro Amenábar, quien recogió elGoya en su nombre. También fue para Mientras dure la guerra el Goya a la mejor dirección de producción en la figura de Carla Pérez de Albéniz.
En cuanto a la participación malagueña, eso sí, no todo fueron alegrías. Pablo Barce, que optaba al Goya al mejor cortometrajede ficción por El nadador, se quedó finalmente de vacío a favor de Suc de Síndria, de Irene Moray.
Buñuel en el laberinto de las tortugas se impuso a la nominada al Oscar Klaus y se llevó el Goya al mejor largometraje de animación. Los miserables, de Ladj Ly, obtuvo el premio a la mejor película europea, mientras que Ara Malikian, una vida entre las cuerdas, el filme de Nata Moreno sobre el violinista libanés, recibió el Goya al mejor largometraje documental.
Especial emoción derrochó también todo un clásico del cine español como Julieta Serrano en su discurso de agradecimiento por su Goya a la mejor actriz de reparto merecido gracias a su trabajo en Dolor y gloria, muy a pesar de que se quedaran sin premio la malagueña Mona Martínez y la jiennensen formada en Málaga Natalia de Molina. La argentina La odisea de los giles se llevó el Goya a la mejor película iberoamericana. Especialmente aplaudido fue el Goya a la mejor dirección novel para Belén Funes por La hija de un ladrón.
La gala de los Goya surtió, por tanto, sus efectos deseados en cuanto a la reivindicación del talento del cine español. Y fue la fiesta tal vez más oportuna para afrontar un futuro que sigue siendo, eso sí, incierto.
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