'Gypsy': la historia de Rose
Teatro del Soho
El musical en cuya producción trabaja ya el Teatro del Soho bajo la dirección de Antonio Banderas, título emblemático de Broadway, brinda un viaje al sueño americano y su reverso
'El eco de Picasso' en Málaga
Picasso, en primera persona
Málaga/Para cuando Rose Louise Hovick falleció en 1970 en Los Ángeles, una vez que el cáncer de pulmón ganó su última batalla, su colección de arte incluía obras de Picasso, Chagall, Miró, Ernst y otros maestros del siglo XX. La mayoría de los propios artistas habían regalado gustosamente sus cuadros a la actriz, vedette y escritora, aunque fue Picasso quien profesó una admiración particular hacia Hovick, ya no sólo por su calidad icónica sino por su compromiso político: ya cuando empezaba a despuntar en el género del burlesque, la intérprete, nacida en 1911 en Seattle, manifestó su apoyo más rotundo al bando republicano durante la Guerra Civil Española e incluso envió dinero para la asistencia a los niños desamparados en la contienda al otro lado del Atlántico. Si alguien sabía cómo recaudar fondos en el EEUU posterior a la Gran Depresión, ésa era Rose Louise Hovick, más conocida como Gypsy Rose Lee, la striper que con más convicción decidió levantar el ánimo a los soldados estadounidenses enviados a la Segunda Guerra Mundial, figura de relumbrón del cine, pionera de la televisión y dueña de una historia sin mucho parangón en su tiempo: amante de Otto Preminger (con quien tuvo un hijo) y de Carson McCullers, revolucionaria en todos los ámbitos públicos y privados, titular de una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y símbolo por derecho de la libertad de expresión en el contexto más adverso, Rose atesoraba como nadie el magnetismo irresistible de quien es admirada tanto por sus desnudos en el escenario como por su bagaje intelectual. Y es que Rose no sólo mantuvo un romance con la autora de El corazón es un cazador solitario, también escribió varias novelas y sus propias memorias bajo el título Gypsy (nombre que hace referencia a la striper de más alta clase), que publicó en 1957 y que constituyeron su mayor éxito literario. Rose contaba aquí con pelos y señales la historia de su madre, Rose Thompson, quien introdujo a sus dos hijas, Rose y June, en el mundo del vodevil a edad bien temprana; la rivalidad con su hermana, a la que consideraba más hermosa y que también destacó como escritora, de la que se distanció durante décadas hasta una reconciliación final; y mil y un detalles, sin obviar los más escabrosos, sobre el mundo de Hollywood, el arte y la política. Gypsy Rose ha ganado la admiración de sucesivas generaciones desde su muerte y hoy día es considerada un estandarte para el movimiento queer, pero su figura debe parte de su fama al espectáculo musical estrenado en Broadway en 1959 e inspirado en sus memorias: el mismo musical cuya nueva producción comienza ahora el Teatro del Soho Caixabank y que se estrenará en el otoño de 2024 bajo la dirección de Antonio Banderas.
Que Broadway advirtiera el potencial de las memorias de Rose era sólo cuestión de tiempo. Eso sí, no tuvo que transcurrir mucho: poco después de la publicación del libro, el productor David Merrick y la actriz Ethel Merman, cuyo poder en la escena neoyorquina era ya para entonces incontestable, lo leyeron y se pusieron manos a la obra. Propusieron la escritura del libreto a todo un peso pesado como Arthur Laurents, quien aceptó a cambio de una condición que resultó decisiva: el autor decidió centrar el foco de la trama en la madre de Rose para contar la historia de una mujer que se implica hasta el fondo en la carrera artística de sus hijas, con lo que Gypsy terminó convirtiéndose en uno de los testimonios más afinados del sueño americano y su reverso: la Rose del musical no es la hija, sino la madre, empeñada en guiar a las hermanas Louise y Baby June por la senda del éxito. Poco después se incorporó a la compañía el coreógrafo Jerome Robbins, quien, tras el rechazo de Irving Berlin y Cole Porter, propuso la composición musical al joven Stephen Sondheim, con quien había trabajado en West Side Story. Sondheim aceptó, pero Ethel Merman demostró quién mandaba en el barco y obligó al equipo a buscar a un compositor de mayor prestigio, con lo que fue Jule Styne quien terminó haciéndose cargo de la partitura. A Sondheim se le ofreció la posibilidad de escribir las letras de las canciones y, a pesar de lo que no dejó de ser una humillación, se conformó con el encargo. Gypsy se estrenó en 1959 en el Teatro Broadway, tuvo ocho nominaciones a los Tony (aunque falló en las categorías principales) y conoció después otras muchas producciones dentro y fuera de Broadway hasta convertirse en una pieza habitual del repertorio del teatro musical. Ya en 1962, Mervyn LeRoy dirigió la adaptación cinematográfica con Natalie Wood como protagonista. En los últimos años, especial mención merece la producción británica estrenada en 2014 con una inolvidable Imelda Staunton.
Ahora, el siguiente episodio de la historia de Rose tiene parada en Málaga. Para la nueva producción del Teatro del Soho, Antonio Banderas, que se encargará de la dirección artística aunque no actuará como intérprete, ha reunido a su equipo habitual, con Arturo Díez Boscovich a la dirección musical, María Ruiz y Roser Batalla en la traducción del libreto y las letras respectivamente y Borja Rueda en la dirección coreográfica, si bien el espectáculo mantendrá la mayor parte de las coreografías originales de Jerome Robbins. Marta Ribera volverá a ponerse al frente del reparto, para el que también se ha confirmado la participación de la actriz Lydia Fairén. Rose vuelve así a escribir su historia a este lado del mundo.
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