El que nunca fue antes, el que fue siempre
Crónica del Domingo de Ramos 2019 Málaga
Fue el día de las primeras veces, de los cambios y los problemas solventados sobre la marcha y también el que brilló con todas sus hermandades en la calle
Pollinica estrenó el recorrido oficial y Humildad y Paciencia la rampa de la Catedral por la calle Postigo de los Abades
Málaga/Fue un Domingo de Ramosnuevo, lleno de cambios, estrenos, preguntas y sorpresas, algunas agradables y otras menos. Fue la jornada que nunca había sido antes y, sin embargo, también fue la de siempre. El día en el que la calle se llena de niños esperando ver Pollinica, de familias que se reúnen, de amigos que se encuentran, de grupos de adolescentes que se sienten libres del control paterno y se divierten más haciéndose selfies que viendo tronos. El día acompañó, el tiempo primaveral y el cielo raso fueron el escenario perfecto, pero, sin lugar a dudas, el protagonismo de este inicio de la Semana Santa se lo llevó el cambio en el recorrido oficial y el nuevo itinerario de las cofradías.
El día se presentaba espléndido y la plaza de Camas, pasadas las 12:00, cobraba más vida que nunca para ver Pollinica. Niños en los columpios, padres que esperaban a sus hijos nazarenos para darles un tentempié ya que este año el encierro se esperaba pasadas las cinco de la tarde y mesas repletas de clientes que buscaban una bebida fresca. Media hora más tarde de lo esperado las cornetas y tambores de la banda Santa María de la Victoria anunciaron la llegada de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén por la calle Fernán González.
Los estampados de flores, los amarillos y rosas, los tejidos primaverales y las chaquetas de domingo llenaban de colorido el entorno. La procesión avanzaba hacia su nuevo itinerario y con María Santísima del Amparo serían los primeros en estrenar el recorrido oficial. Las esperas se hacían largas y se volvía a recordar algo que se olvida de un año a otro, la paciencia con la que hay que vestirse esta semana. Para todo, para caminar cuando las sillas lo dificultan, para cruzar calles cuando la gente se atrinchera, para ver cuando cientos de cabezas lo impiden.
La nueva Semana Santa sigue siendo más o menos la misma porque si bien recorrido, calles y tribunas son distintas, sus gentes, las que la dotan de contenido, no han cambiado a penas. La fe se sigue viviendo de mil maneras distintas. Nazarenos descalzos, portadores de ojos cubiertos, seguidores devotos, malagueños arrastrados por la fuerza de la tradición y turistas embaucados por las imágenes únicas que estaban presenciando.
Después de saludar con aplausos al señor de Pollinica muchos fueron en busca de otro escenario. La joven Humildad y Paciencia, con su horario adelantado, ya mostraba su cruz guía junto a las ruinas de la Mundial a las 13:30. Las túnicas color crema con capirotes marrones y su nutrida una guardería alcanzaban el centro de la ciudad desde la lejana plaza de Dolores y Esperanza en su barrio de Cruz del Humilladero. En sombra y con mucho menos público, con un cortejo más reducido y la proximidad del primer trono, resultaba una preciosa experiencia de inicio.
En la calle Hoyo Espartero la gente fue arropando al Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia que este año estrenaba la mesa del trono. Las mantillas detrás del Señor, con sus peinetas de luto, anuncian la cercana presencia de María Santísima de Dolores y Esperanza. Tras una nube de incienso aparecía la bella imagen con vestido aguamarina y manto negro. Bajo el varal, se podían ver gestos de dolor entre los hombres que ya llevaban más de tres horas y media de recorrido. La banda juvenil de música Cruz del Humilladero cerraba el cortejo que seguía para ser el segundo en pedir la venia.
Para el resto de mortales era hora de almorzar antes de la salida de Lágrimas y Favores desde la iglesia de San Juan prevista a las 15:15. La caída de whatsapp y las nuevas ubicaciones de las sillas monopolizaban los comentarios. La gente observaba, caminaba sin saber muy bien el rumbo, preguntaba. Todos se sentían un poco extraños en esta nueva Semana Santa. En la calle Martínez la policía velaba para que la gente no discurriera por el recorrido oficial. “Hoy nadie encuentra su silla, mamá”, comentaba un niño. Una sola fila de asientos hacía más fluido de lo esperado el paso peatonal.
Con absoluta puntualidad tocaron las puertas de la Iglesia de San Pablo, que se abrieron de par en par para permitir la salida de la cofradía de la Salud. Más pronto aun que de costumbre, pero con el mismo sol de justicia, la plaza recibió a los capirotes morados sobre túnicas blancas. En la Trinidad el sabor era diferente, más auténtico quizás, menos posturero, más malaguita. Puede que por eso y por la dificultad de la salida, con las dimensiones de los tronos medidas al milímetros para poder superar el dintel de la iglesia, algunos extranjeros eligieron este como uno de los momentos únicos que se llevarían en su anecdotario.
Se pedía silencio y muchos lo respetaban. Los hombres de los varales exteriores del trono del Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor se salían de sus puestos para dejar espacio. La cruz se levantó en cuanto atravesó la puerta y el dorado de la caja brillaba para hacer contraste con el monte de claveles rojos. Se escuchó la primera saeta mientras iniciaba una mecida lenta y elegante con la que fue avanzando poco a poco para tomar la plaza y dejar espacio a María Santísima de la Salud, que poco después hizo su ajustada salida. Una subida a hombros complicada provocó exclamaciones de miedo. “Ay que la van a tirar”, decía una señora.
Poco antes de las cuatro y media, cuando María Santísima de Lágrimas y Favores ya bajaba por la calle Larios, la cofradía del Dulce Nombre alcanzaba la plaza de la Constitución para seguir tras ella el recorrido oficial. La tribuna estaba aún medio vacía, todavía era horario de sobremesa, cuando se veía ya por la calle Granada el trono de madera de Nuestro Padre Jesús de la Soledad que porta al conjunto escultórico con el Nazareno apresado como protagonista. Después de pasar por detrás de la tribuna rodeó la plaza para entrar en el nuevo recorrido. Y como en Semana Santa sigue habiendo gente para todo, también hubo quien prefirió hacer cola para visitar el Museo Thyssen.
En las calles Álvarez y Gigantes, Salutación llenaba de túnicas blancas el entorno de Carretería para entrar después por las estrechas Arcos de la Cabeza y Pozos Dulces, buscando desde San Felipe Neri el recorrido más íntimo antes de su paso por la tribuna. Las campanas repicaron, se pidió silencio y las monjas carmelitas le cantaron a Jesús Nazareno de la Salutación, que siguió acompañado por María Santísima del Patrocinio.
Cuando esta última cofradía entraba en la calle Fajardo, el Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo ya recorría la calle Larios hacia el sur. En la plaza de la Constitución Nuestra Madre y Señora de la Merced, acompañada de San Juan, iniciaba el recorrido por la plaza de la Constitución. A esa misma hora Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto salía del Puente de la Esperanzan hacia el pasillo de Santa Isabel acompañado por Nuestra Señora de la Concepción.
Si el tránsito había sido más o menos agradable y fluido hasta esa hora, ya comenzaba a hacerse agobiante por la calle Compañía y el entorno de Atarazanas que, ya con la caída de la noche, vio pasar a Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima del Gran Perdón.
La gente buscaba ávida los nuevos pasos para poder atravesar la fila de asientos y se agolpaba detrás de los abonados. A pesar de algunos descuelgues, de problemas que hubo que solventar sobre la marcha, de incertidumbre y más de una sorpresa entre los abonados, el Domingo de Ramos tuvo a sus 17 tronos en la calle e iniciar una Semana Santa que mira al cielo y reza para que pueda terminar igual de completa.
No hay comentarios