El ambiente que se respira este sábado en los bares y restaurantes malagueños no tenía nada que ver con aquel desierto de persianas echadas y sillas amontonadas de los peores momentos de la pandemia. Javier Frutos, el representante del sector en Málaga y también en Andalucía, afirmaba a este periódico a primera hora de la tarde que el día estaba siendo “como el de una Semana Santa normal”, sobre todo después de que se hubieran disipado los temores de lluvia.

“Psicológicamente, para nosotros ver el primer trono desde dentro del establecimiento ha supuesto, después de echar la vista atrás y recordar todo lo que hemos vivido, un empujón importante para todo lo que nos queda por delante. No nos hemos recuperado aún de las pérdidas pero vemos al menos la luz al final del túnel”, afirmó Frutos, quien tiene su restaurante en la calle Sánchez Pastor, en el centro de la ciudad.

El presidente de los hosteleros malagueños aseguró que la gente tiene “muchas ganas de procesiones” y eso hace que haya “mucho movimiento” en las calles. La repercusión, por tanto, en la hostelería, es obvia. “No hay que comparar el día de hoy con un fin de semana normal o con otro puente, sino con cualquier otro día de Semana Santa”, subrayó. Y ello se ve reforzado por el hecho de que este fin de semana sea puente, “lo que animará a muchos visitantes a quedarse”

En su restaurante, en particular, hubo lleno completo a mediodía, “con un gran volumen de reservas”, y Frutos esperaba que también lo hubiera por la noche. “A media tarde hay un parón –precisó– y va rotando la terraza”.

El hostelero se acordó, de todas formas, de compañeros que, como en Semana Santa, están o bien a medio gas o cierran, al pasar el itinerario justo por el bar y no poder poner las terraza. “Espero que el resto del puente les compense, en Semana Santa son ocho días, ahora es solo uno”, afirmó, y añadió que en general la hostelería no han notado ningún bajón al poder retraerse algo de público por el riesgo de lluvia. “Eso lo pueden den decir mejor los hoteles”, concluyó.